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La Fila de al Lado | Víctor Velasco | Miguel Lago | Samuel Viyuela | Juan Mayorga
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Sin lugar a dudas, sobresaliente la interpretación de Miguel Lago en su papel de Germán que consigue tensionarnos con sus continuas disquisiciones.
Basado en uno de los textos mas lúcidos e inteligentes de Juan Mayorga, la compañía de teatro La Fila de al Lado pone en escena en la Sala Teatro la Cuarta Pared de Madrid 'EL CHICO DE LA ÚLTIMA FILA'. Y no menos sagaz podemos considerar el montaje y dirección de Víctor Velasco que, sin lugar a dudas, consigue atrapar al espectador y hacernos participes de la trama, la batalla psíquica y la violación de rutina de un familia media.
Sobre el argumento de relación alumno-maestro se crea una historia de poder en la que se cuestiona la supremacía de un abatido profesor de literatura (Germán) frente a su pupilo (Claudio), un chico de 17 años que con un estilo altivo y arrogante consigue abrir un juego narrativo al límite de lo ético que se inicia cuando Germán pide una redacción acerca de lo desarrollado por sus alumnos durante el fin de semana.
Claudio, el joven mediocre que se sienta en la última fila, utiliza como carne de cañón con la que dar vida a sus textos, sus vivencias con la familia de un compañero de clase (Rafa), familia en la que penetra con el pretexto de ayudar en matemáticas a su colega. Los textos, que como si de un serial se tratara incluso finalizando con un "continuará", resucitan a Germán y lo convierten, por un lado, en ese docente que por fin encuentra valor a su desempeño y por otro en un voyeur (del que hace participe a su mujer) de una típica familia de clase media con sus contradicciones, silencios, frustraciones...
A través de la pluma de Claudio, como público, nos convertiremos en unos mirones más y juzgaremos las vidas ajenas, la visión del mundo y de la realidad que se nos hace vivir entremezclada con los renglones del joven narrador.
Sin lugar a dudas, sobresaliente la interpretación de Miguel Lago en su papel de Germán que consigue tensionarnos con sus continuas disquisiciones, confrontaciones y discusiones sin caer en la sobreactuación a la que un personaje de estas características podría llevar. Potentísima voz que le imprime el carácter necesario para reforzar su papel. Samuel Viyuela como Claudio guía al espectador adonde quiere con suavidad, sin vehemencias y nos traslada al interior de la escena, para que seamos participes y no solo receptores de su narración. El resto de actores se limitan a cumplir con sus papeles y ser el complemento necesario para que discurra la acción.
La escenografía queda justificada y se basa en un único espacio escénico que gira en torno a una gran mesa que hace las funciones de Instituto, casa de la familia, calle... aprovechando la posibilidad de ofrece el teatro de crear distintos ambientes manipulando la imaginación del espectador.
Todo un ágil duelo mental como los que a diario nos ofrece la vida misma.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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