JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 23/03/2011

Como a otros compañeros de oficio, EL PUCHERO DEL HORTELANO se está quedando sin espacios para lo suyo, o sea que tendrán que doblar conciertos a partir de ahora. Sus actuaciones en la sala El Tren terminaron siéndolo y ahora, en la Industrial Copera, con el doble de aforo, han vuelto a llenar en su cita anual con Granada. Y si lo llenan de público lo hacen rebosar de espíritu participativo y ganas de de pasárselo bien; y por las fechas que estamos, es la genuina fiesta de primavera sin un ejército de zombies al borde del coma etílico ni toneladas de desperdicios.

Ver a un millar muy largo de personas pasárselo tan bien, cantar, palmotear, bailar, abrazarse, sonreír, besarse... contagia optimismo para soportar la que está cayendo. El Puchero ha conseguido generar tanta empatía como simpatía con sus canciones, que resultan tiernas, reflexivas, aleccionadoras algunas, ciertas todas y de a pie, de un amable tú a tú que acompaña y reconforta. Es el secreto de que esta pandilla caiga tan bien: que si no El Hortelano, todos somos El Puchero; o viceversa.

Musicalmente han añadido una saxofonista que, curiosamente, con su solo aporte ha modificado el sonido del grupo de arriba a abajo con su bronceado ulular, y ocasionalmente invitaron a un tocador de sitar, para que la aguja de su navegador que siempre señala al sur vire también hacia oriente. Estrenaban su nuevo disco 'El tiempo de Manuel' y a Manuel le han tocado vivir tiempos difíciles, pero ellos intentan alegrarle el día con la vitalidad del flamenco fiestero, del pop animado y del rock vitalizante. Y ni siquiera tienen que premeditar lo que tocan buscando un perfil de espectáculo, tienen piezas para todos, y multitud de estribillos de los de provocar afonía y ritmos de enrojecer las palmas y gastar tacón. No necesitan apariciones epatantes, vedettes, diapositivas ni películas o bises estelares. Sí vivencias confesadas de su cantante Antonio Arco, que lo del magisterio es a tiempo completo, agradecimiento sincero y cercanía de mesa camilla en piso de estudiante. Una vez al año El Puchero te hace un apaño (como mínimo). Es un consejo del servicio andaluz de salud mental.