JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 25/02/2011

Recuperada de sus problemas de salud, la cantante LUZ ha retomado los conciertos donde los dejó, en la gira de estreno de su disco 'La pasión' dedicado a grabar boleros de mediados del siglo pasado. Esta vuelta a los escenarios pasará por Granada (Palacio de Congresos, hoy, 25 febrero) donde no actúa desde hace casi un decenio. Luz Casal recibió el pasado año la Medalla de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, la mayor distinción honorífica que se otorga en el mundo de la cultura, la cantante gallega presentó este disco de boleros en el célebre Olympia parisino. 'La Pasión' ha sido editado en los EE.UU. por el prestigioso sello de jazz Blue Note y ha abierto para esta mujer escenarios como los del Festival de Jazz Estambul y los de Grecia o Túnez, donde tiene programadas actuaciones en estos meses, así, a Granada llega desde la ciudad turca donde actuó el miércoles.

- Nos tenía muy abandonados.

- Esas cosas no dependen de una, son las circunstancias. También he estado parada unas temporadas, ¡pero no será porque no me guste Granada y porque no tenga buenos amigos y seguidores en nuestra tierra!

- ¿Bien de todo?

- (Risas) Sí, sí.

- Contaba La Mari de Chambao que le resultó muy saludable el chute de energía y cariño de los conciertos...

- Sí, pero antes de todo estuvo el chute de la gente, de tener desinteresadamente el apoyo, el ánimo y el cariño de centenares de personas ¡cada día incluso! Era una realidad de la que, en la vorágine de las giras y los compromisos, no era yo muy consciente; y en los momentos delicados es cuando la gente se me ha hecho más próxima. A mí me ha ayudado muchísimo descubrir esa expresión de cariño de la que hasta entonces no me había dado cuenta.

- ¡Todos éramos Luz!

- (Risas) Eso sería un poco arrogante. Pero sí me he sentido muy querida, casi parte de sus familias... ¡no sé qué pensarán los padres, hermanos, hijos de todo ellos...! (risas)

- Ahora que ha hecho un disco entero con ellos... ¿el bolero es el blues de los hispanoparlantes?

- Es una definición preciosa, creo que acertadísima. El bolero empieza en las décadas de los cuarenta o cincuenta para expresar una serie de sentimientos que antes se callaban. Y se destapan de una manera tan potente que parecían exageraciones. Desde que caí enferma la primera vez hasta que grabé en 2009 estuve oyendo boleros y descubriendo canciones e interpretes, y había algunos casos que yo no podría cantar porque no me hubiese creído nadie.

- ¿Y por qué ahora?

- Bueno, ¿por qué no? Era algo que tenia que hacer más pronto o más tarde después de probar con 'Piensa en mí' y notar que me salía solo y de forma muy natural.

- Comenzó con aquel 'Ascensor', un reggae, y ahora hace boleros... tampoco se ha movido mucho: los ochenta kilómetros que hay de Jamaica a Santiago de Cuba.

- (Carcajada) Luego he hecho algún viaje intermedio más largo ¡que he dado la vuelta al mundo por el otro lado!

- Y con ese repertorio, ¿le hubiese gustado cantarlo en locales de la época como el Pasapoga madrileño, el Palladium o el Gato Tuerto cubano en plan 'Amar en tiempos revueltos'?

- Con tal de cantar, tampoco es que sea muy exigente... no me importaría. En cualquier caso no veo la tele y no sabría ubicar más allá del primero, el Pasapoga de la Gran Vía, que era (risas) un lugar muy rancio al que íbamos en los ochenta cuando ya cerraban todo en Madrid (risas).

- Cuenta el saxofonista habanero Paquito D'Rivera que en su ciudad en la época del bolero había cerca de un millar de sitios para tocar y cantar...

- A mí me gusta vivir lo que vivo, no soy nada nostálgica ni estoy instalada en la melancolía por el pasado. Lo vivido aquí queda y ahí están los recuerdos, pero no echo de menos nada. Sí está bien saber lo que significó cada época para la música o para las personas. Hay épocas en las que parece que la música es más necesaria y esa... ¡Con ir una noche a cada club podías pasar la vida sin dejar de cantar, qué suerte!

- Dijeron una vez que usted iba para ser la nueva Pradera como Amaral la nueva Luz...

- Ninguno de los dos casos, no me gustan las comparaciones y menos con una mujer como María Dolores que es una intérprete enorme... y aún menos la simpleza del análisis. Pasa que si haces toda tu vida el mismo disco se te aprecia, pero si te gusta cambiar siguiendo tu gusto o intuición ya te has desenfocado, y yo no podría hacer cien 'Un pedazo de cielo' porque ya tengo uno. En esto tengo las cosas muy claras, yo soy yo, y afortunadamente tengo un público que me permite hacer lo que quiero. A María Dolores (risas) le tengo un inmenso aprecio porque es de las que más me llama por teléfono.

- Madamme, ¿y qué le da usted a los franceses?

- Lo que a los españoles: canciones, honestidad al interpretarlas, una cierta originalidad al expresarlas... y no tener que ponerme una falda... ni más larga ni más corta.

- ¿Vio el musical 'Piaff'?

- No, pero me dijeron que era muy bueno.

- Se lo pregunto porque... 'Luz' ¡suena bien para uno en el Broadway madrileño...!

- No todavía no, por favor (risas) yo no podría, no es mi tiempo. El caso es que yo ya hice un musical interpretando a Raquel Meyer, pero no es el momento ahora. Y si lo proponen por mis canciones que esperen a que yo no esté ya aquí y luego hagan lo que quieran (risas).

- No puedo dejar de preguntarle por el gran Eumir Deodato, responsable de buena parte de su disco 'La Pasión'.

- Ufff, es un enorme maestro, con una experiencia brutal y un conocimiento de los estilos musicales como pocos he conocido en mi vida, y con una actividad extraordinaria: ahora está haciendo el nuevo disco de Charles Aznavour, como se los ha hecho a Frank Sinatra o Bjork... desde la época del 'Así habló Zaratustra' es uno de los arreglistas con más peso en la historia de la música. Para mí ha sido un honor.

- ¿Cómo va ser el reencuentro?

- Emotivo, porque vuelves a un espacio que llevabas años sin pisar, y aunque hay granadinos que se han desplazado a otras ciudades, sé que están esperándome por la cantidad de mensajes que estoy recibiendo. Aunque la gira es del disco de 'La pasión', van también otras canciones de otros momentos de mi vida, de forma que se crean varios ambientes diferentes, que es lo que a mí me gusta, y es una manera de enseñarle a la gente dos o más aspectos de mi trabajo y de mí.