JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 27/12/2010

Cándido Ariza es uno de los músicos de largo recorrido de Granada, cuya carrera ha ido en paralelo a la del rockandroll de la ciudad. HOMBRE SOLOS es su último proyecto, un trío básico con el que da más de cien conciertos cada año, siendo la formación granadina que más veces actúa. Y aún le queda tiempo para grabar, como ha hecho en 'El reino de los ciegos', su cuarto disco, donde le echan una mano Javier Urquijo y Agnes, la vocalista del estupendo grupo Lilith.

- De su quinta en activo sólo quedan Lapido y Amparanoia y pocos más, ¿con qué riega la vocación?

- Pues con los mismos ingredientes que cuando empecé en este fantástico mundo de la música: ilusión, ganas y confianza. A los que con los años sumo dos más: la capacidad de sacrificio y la perseverancia. Mi vocación es mi terapia.

- Cuatro discos ya, ¡éste es el grupo que más le ha durado!

- Desde luego que sí... Lo que comenzó como un grupo más en el 98 se ha convertido en un proyecto sólido. Parece que fue ayer y ya han pasado 12 años. Me hubiera gustado, no obstante, sacar disco cada dos o tres años, pero ya sabemos... la prisa se ha convertido en paciencia.

- Pero eso sí, con nueva formación, ¡acaba con todos!

- Todo el mundo habla de conciliar la vida laboral con la familiar, y esto no excluye a los músicos... creo que es una de la profesiones más complicadas de conciliar... En efecto, ha pasado gente por la banda, la mayoría no puede aguantar el ritmo frenético e intenso que Hombres Solos marcó desde el principio. Con Rodrigo Katsuda y Gustavo "El Palos" hay estabilidad y experiencia.

- ¿Y ese look tan guantanamero?

- Fue pura casualidad... Hombres Solos entiende que hay que distinguirse de alguna manera, musicalmente hacemos rock así que había que buscar algo más... Nos invitaron a una tele, vimos las camisas naranjas en una tienda esa misma tarde y ya está... ¡somos los presos de naranja!

- Le canta a los años 80... ¿cualquier tiempo pasado fue...?

- Fue lo que fue, ni mejor ni peor. Esta canción no es una oda a la nostalgia, solo habla de unos tiempos que fueron importantes para la gente de nuestra quinta, los cuarenta y tantos... Un homenaje a lo que fuimos, a las cosas que marcaron nuestro carácter, lo que hicimos, lo que aprendimos, es lo que ahora somos...

- ¿Cómo se consigue que un Secreto le haga voces?

- Pues si te digo la verdad, no fue nada difícil. Desde el primer momento que se lo propusimos dijo que si. Javier apareció en el estudio con dos cajas llenas de armónicas de todos los tipos, nos contó, nos explicó y se puso a grabar.

- ¿El movimiento se demuestra tocando?

- Sin duda... Siempre he dicho que un grupo de rock está hecho para tocar. Además, un directo vale por diez de esos ensayos. Si no te mueves sencillamente mueres, te quedas en el camino...

- Y usted, que es un corredor de fondo, tal cómo está la cosa, ¿con qué se dopa?

- Te iba a decir con dulces, pero ya ni eso, lo justo. Me dopo con fuerza, sacrificio, una buena dosis de cabezonería y la creencia permanente de que si dejo de hacer lo que estoy haciendo, desapareceré para siempre.

- En esta gira interminable, ¿se ha encontrado con Dylan en algún área de descanso? Que él vive y duerme también en el autobús...

- No, con él no, pero con otros grupos y artistas sí, hemos charlado, tomado algún café, en fin, hemos intercambio impresiones e incluso con alguno hemos compartido escenario.

- ¿Con tanto trote no se le ha ocurrido hacer una guía de garitos, fondas, cantinas... de carretera para uso y disfrute de los otros compañeros en gira?

- Sí señor. La tenemos, se llama 'Nos guía Michelín'. Empezamos a hacerla hace un par de años, anotamos todos los sitios donde vamos parando y los puntuamos en calidad, y precio... La empezamos a hacer para saber dónde no teníamos que volver nunca más. Quizás la incluyamos como libro con el próximo disco, es una buena idea.

- En 'El reino de los ciegos'... ¿mejor tuerto o vidente?

- Creo que tuertos hay muchos y videntes también. Casi todos nos hacemos los sordos, los mudos, los ciegos, los tuertos, lo que quieras, el caso es escurrir el bulto. Yo honestamente preferiría ser vidente, saber lo que me va a ocurrir y también a los demás y poder cambiarlo si fuera necesario. En este reino de los ciegos donde vivimos muchos miran al cielo esperando que los ángeles bajen repartiendo billetes... esperando un milagro en vez de currárselo e intentar cambiar las cosas... ¡¡el milagro es que la humanidad siga adelante todavía!!