JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 15/12/2010

A RUIBAL se le quiere en Granada. Su visita más o menos anual se realiza siempre en condiciones de calor y afecto. Es una garantía para el lleno allí donde actúa, reventando las salas donde ha sobrevivido mucho tiempo y también ahora los teatros, hábitat que a estas alturas es el suyo. Ocurrió el sábado en el de Cajagranada donde el gaditano se vació y el público, de pie, quería aún más camino de las dos horas y media de concierto.

Casualmente su última actuación en Granada fue solidaria y generosamente regalada al club Eshavira que tantas veces le abrió su escenario, el mismo que un día después Morente ocuparía también protestando por el intento municipal de clausurarlo. En su concierto, el del Puerto, le regaló al albaycinero una sentidísima versión de 'La Aurora' haciendo fuerza en su dirección y mandarle energías "para que vuelva y nos siga cantando" pidió.

También el organismo le jugó una mala pasada a su querido Tito Alcedo, que ya no puede mantener el ritmo de gira que requiere la música, y así Ruibal ha encontrado en el inmenso Antonio Gómez compañía para las actuaciones; distinta, que Alcedos no hay dos, menos aflamencada, más puramente jazzística, y con una derivación hacia el rock (cien por cien trianero) inédita en este personaje. Al otro lado, su hijo Javier Ruibal marcaba los acentos y ambientes desde un híbrido de batería con darbuka y djembe en vez de timbales para enraizar cada golpe.

Discrepan alguno/as del tórrido tono con que Ruibal se dirige a las mujeres, mayormente la temática de sus canciones, pero a juzgar por el porcentaje de damas presentes y la cantidad, calidad y temperatura de sus piropos, a ellas sí les gusta. Y él, coqueto, se deja masajear verbalmente... hasta casi el sonrojo por lo menos.

En la imponente voz de Javier se escuchan reverberaciones de muchas músicas mediterráneas, con la tostada sensualidad de sus arenas y la sabiduría arcana de las civilizaciones antiguas (por nosotros) más conocidas. Ruibal tiene una personalidad musical abrumadora, nunca fue un cantautor al uso, de esos líneas claras y estribillos predecibles, sus letras son apasionadas y él las canta poderosas y con quiebros y contorsiones de danza de vientre. Una particularidad que le ha costado pasar por seis compañías de discos diferentes y siempre lejano al éxito masivo. Pero una vez que se penetra en sus curvas es una compañero de viaje siempre generoso y cómplice, porque sus canciones son sensibles y sentidas expresiones de los sentimientos, incluso de los más carnales. Queman.

Asomó a los primeros bises y le ametrallaron a peticiones: ¡¡¡'Amada', 'Pasará', 'Atunes', 'Tu nombre'...!!! No había tiempo para tanto, pero sí para un divertido y "chirigoteante" himno al Cádiz C.F. (por ahí, aunque no se prodiga, Ruibal es desternillante), una crecidísima 'Isla mujeres', y cuando ya se iba a escapar sin cantar 'La Rosa de Alejandría' (sin perdón, la canción más hermosa que ha inspirado esta ciudad), el público, a riesgo de hundir las gradas a golpes de petición con los pies, le obligó a salir para recuperarla, ésa y 'La gloria de Manhattan'. "Pura gloria brother".