JUANMA CANTOS  |  Madrid, 02/12/2010

La segunda de las jornadas del San Miguel Primavera Club remarcó el carácter heterogéneo, a modo de muestra, de una iniciativa imprescindible para conocer qué se está cociendo en el espacio indie, dentro de casi todas sus vertientes. De este modo, en la sala Rockitchen de Madrid se presentaban dos propuestas diametralmente opuestas pero interesantes: era el turno para ZOLA JESUS y THE JIM JONES REVUE, uno de los platos fuertes para los amantes del palo más rockero dentro del festival.

La norteamericana Zola Jesus llegaba al Primavera Club para presentar varios trabajos publicados en este muy activo para ella 2010, con un álbum, 'Stridulum II', y dos eps, 'Stridulum' y 'Valusia', editados por Sacred Bones Records. Errante sobre el escenario, sin parar quieta sobre él, yendo de un lado para otro como en éxtasis, con la mirada perdida en el infinito y buscando el mínimo resquicio para el alarido, fue introduciéndonos en una espiral etérea de sonidos que emanaban tanto del Korg Microkontrol de su casi petrificado compañero de escenario como de su potente y rasgada garganta. Así, sonaron canciones como 'Sea Talk', 'Poor Animal' o 'Night' con las que la pequeña y jovencísima cantante revitaliza y rejuvenece la herida siniestra y oscura de predecesoras como Siouxsie y, en cierta medida, mirando más de lejos, recuerda a otros grandes como unos Bauhaus más ambientales pasados por un tamiz electrónico o unos Sister of Mercy que hubieran prescindido de las guitarras para acercarse al minimalismo. En lo técnico, una de cal y otra de arena: Las luces adornaron y acompañaron perfectamente la intención oscura y onírica, con tendencia a lo asfixiante, del dúo, mientras que el sonido provocó más de un enfado al teclista que no entendía el porqué de los continuos acoples. Quizás habría que buscar la respuesta en el atronador volumen que emanaba de su instrumento.

Por su parte, The Jim Jones Revue llegaban con el aval de sus visitas previas a nuestro país y no decepcionaron. Repitiendo uno por uno los clichés del rock'n'roll, aunque aportando su propia personalidad emanada del garage, la banda liderada por el dandy rockero londinense Jim Jones ofreció un concierto compactado en el que no hubo un momento de relajo. Comenzaron con el rock clásico -heredero de Little Richard- de 'Hey Hey Hey' para ir aumentando la presión hacia planteamientos más cercanos a lo MC5 como 'Dishonest John' o 'Rock'n'roll Psychosis', para acercarse posteriormente al rock sureño en 'Another Daze' y para llevar hasta el súmmum la tradición de los tres acordes entre un sonido ensordecedor en la acelerada 'High Horse'. El quinteto nos dio una pequeña tregua en 'Shoot First' con la intención de buscar rápidamente el lado épico del rock'n'roll en 'Burning Your House Down' o 'Cement Mixer', acompasadas entre contoneos y levantamientos de guitarra de su elegante líder.

La parte final corrió como una bala, con una magnífica banda dándolo todo (resaltar, cómo no, esos tremendos rockers que son el finísimo pianista Elliot Mortimer y el brutal guitarrista Rupert Orton) y con un Jim Jones desgañitándose en 'Who's Got Mine', moviéndose hasta la extenuación en 'Killin' Spree' y despidiéndose con una megaintensa '512'.

Si otros británicos como Stray Cats marcaron época en el rockabilly, es el turno ahora para unos The Jim Jones Revue que han despertado un lado más salvaje del rock'n'roll en la época de la electrónica.

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