DANI ILLANA  |  Jaén, 30/11/2010

La tercera edición del Festival de Cine Documental de Jaén no podía tener un mejor punto y final que rendir homenaje al más brillante precursor de este género en nuestro país, un hombre que fue una absoluta isla de creatividad y genialidad técnica como José Val del Omar; hombre que pasó, además, por Jaén de forma breve cuando se desplazó a Murcia para realizar diversos documentales sobre fiestas populares. Un hombre tan extraordinario como el creador de joyas como 'Aguaespejo granadino' o la sobrecogedora 'Fuego en Castilla' sólo podía ser re-creado a través de la música por una avis tan rara o más que él, Antonio Arias.

Con un set breve pero de la máxima contundencia, tocado en formato de quinteto compacto y demoledor, LAGARTIJA NICK vuelven a uno de sus discos más excéntricos, el que lleva por nombre el del realizador granadino, para rendir homenaje a este visionario sin necesidad de echar mano de ninguna efeméride concreta, sólo porque alguien en el Reina Sofía se acuerda de uno de los más grandes "malditos" del arte de nuestro país. Doce años después, reedición mediante, se recupera un trabajo soberbio y marciano que, posiblemente, nunca será bien entendido pero sobre el que pasa el tiempo muy bien, también en directo.

Sólo dos días después de haber hecho acto de presencia en el Reina Sofía, siendo incluso uno de los actos centrales de su XX aniversario, aparecían por el Infanta Leonor (¡cuanta realeza!) Antonio Arias y los suyos ante un público que debería haber sido más numeroso, pero que se mostró fiel a los granadinos, coreando muchos de los temas a pesar de la frialdad que imponen las butacas y las paredes de un teatro.

Lastrados por la más que mejorable acústica del recinto, Lagartija Nick salió al escenario entre resuellos y ante una gran pantalla que arrojaba montajes con imágenes de algunas obras de Val del Omar y otras más recientes que, sin embargo, entroncaban muy bien con la estética del director. No hay que olvidar que este es un espectáculo audiovisual, en el que el elemento visual se suma al sonoro en un conjunto que expresa la modernidad del Rock de Lagartija Nick y del cine de Val del Omar.

Los granadinos decidieron comenzar por el final y echaron mano de 'Aceleración-trance-expansión' para despertar a los espectadores en un auténtico aquelarre de ruido y potencia. Poco a poco se fue comprobando la solidez del combo, con un trabajo brutal de David Fernández desde la batería, al que se le aprecia un toque que remite directamente a Eric Jiménez, con una forma de atacar la batería muy particular, brutal pero precisa, que pone en marcha el engranaje de una banda que se reafirma desde la electricidad y donde José Ángel Arias aporta el punto más iconoclasta desde las programaciones. A Víctor Lapido no lo vamos a descubir ahora, pero no era habitual ver a Antonio Arias empuñar un bajo, aunque en algunos temas la banda prescinde de este instrumento, y es que donde verdaderamente se siente cómodo el genio granadino es amarrado a seis cuerdas.

En una compleja maraña de distorsión (enreversada por las reververaciones de tan mal diseñado recinto) fueron cayendo los temas de 'Val del Omar' ('Noosfera', 'Meca-mística', 'Sin fin') hasta que abandonaron el repertorio de este disco para centrarse en una canción también muy cinematográfica, 'No somos máquinas'. Hubo alguna salida más hacia otros discos clásicos de Lagartija Nick ('Inercia', 'Lagartijanick'), pero el punto álgido llegó con los bises, la música de las 'Esferas' dió paso a un "eléctrico éxtasis, movimiento continuo en alta frecuencia"; mientras intuíamos bandadas de ángeles eléctricos en los ojos entornados de un Antonio Arias que se escondía en la penumbra, mientras en su cuerpo se proyectaban parte de los fotogramas más arriesgados de 'Fuego en Castilla', el espectáculo terminaba en una apoteosis de ruido. Corto espectáculo que sólo unos pocos han podido disfrutar, hasta el momento. Apenas hora y media de rock intenso en el que la personalidad excesiva de Antonio Arias consiguió hacer una recreación exhuberante de un artista fabuloso sin que esos mismos excesos lastraran el espectáculo. "Arder amando a todo el mundo es volar llevando todo el peso del dolor del hombre que nos sigue". Algo así sólo podría escribirlo Val del Omar y cantarlo Antonio Arias.