REDACCIÓN  |  Madrid, 14/11/2010

Uno puede pensar que de la unión de dos culturas tan aparentemente dispares no puede surgir algo tan sólido y tan afín. Pues bien, de lo que anoche se pudo ver por el "ruedo" del Teatro Circo Price de Madrid -en un día solemnemente frío- se sacan dos claras conclusiones, que Cuba y Mali son sólidas comunidades fraternales en lo musical y que esa bendita música que nos dan no entiende de frontera alguna, menos aún al calor de un escenario.

Y es que pasaban las 9 de la noche del jueves cuando la verdadera sección de percusión y vientos de músicos malienses y cubanos arrancaban con las primeras notas de 'Mali Cuba' para dejar paso a la entrada serena de los dos protagonistas de la noche. Toumani Diabaté y Eliades Ochoa venían a presentar por primera vez en Madrid AFROCUBISM,un proyecto que surge hace varios años, y que, por no poder llevarse a cabo en su momento, dio lugar a 'Buena Vista Social Club'. Ahora, todo cuadra y, el proyecto original de Nick Gold de unir a músicos cubanos y malienses ya es toda una realidad.

No pasaron ni 25 minutos, cuando ante un público totalmente entregado, se oyen los primeros acordes de 'Al vaivén de mi carreta'. Era inevitable, sonrisas, calidez y contoneo de caderas por todo el patio de butacas mientras los 13 músicos acariciaban verdaderos susurros musicales llenos de auténtica magia.

No hay duda, en cualquier tipo de evento siempre existe un maestro de ceremonias. Lo extrañamente asombroso y diferente es saber que pueda haber cuatro sobre un mismo escenario. El gran Bassekou Kouyat punzaba su ngoni marcando cada uno de los compases con una sutileza y contundencia pasmosa. La preciosa y espléndida voz de Kasse Mady Diabaté ejercía de eje perfecto entre percusiones y melodías. Toumani Diabaté brillaba, marcaba y enfatizaba con cada una de las 21 cuerdas de su kora sobre una sección de grandes nombres de la música que quedaban a su espalda. Todo aquello era un auténtico motor a reacción pilotado por un Eliades Ochoa que ganó sus galones y ascendió a  rango de comandante afrocubano.

En posición destacada y quedándose los 3 maestros jugando a improvisar sobre las notas de 'A la luna yo me voy', Diabaté, Ochoa y Kouyat flirtearon e hicieron cantar a los allí presentes cuando lanzaban destellos de una magistral 'Guantanamera'.

Hubo momentos de agradecimiento, a Nick Gold, padre del multicultural, a Mario Pacheco, uno de los fundadores del sello Nuevos Medios, a Radio Nacional de España, a Metric, al sello World Circuit, etc. Era sin duda una noche de esas que difícilmente se borran de la memoria. Todo por varios motivos, por la descarga de musicalidad, categoría, virtuosismo y por esa extraña forma de hacer levantar a la gente de sus asientos para bailar al ritmo 'Para los pinares se va Montoro' y una magistral interpretación de 'Bensema'.

Una noche mágica bañada entre arena y cañaverales. Una noche irrepetible llena de grandes señores de la música que vinieron a corroborar que las fronteras sólo son esas delgadas líneas imaginarias tan franqueables como innecesarias.

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