JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 23/09/2010

Cumplen años, quince, y lo celebran como se hacen estas cosas, tocando (Alexis Viernes de Santa Fe, sábado 25, medianoche, gratis). EL COMBO DE LA CASILLA nació como taller-banda-escuela de instrumentos de viento y han terminado siendo el modelo de "brass band" ambulante a imitar por formaciones de todas latitudes. Ritmo, gracia, desparpajo y tanto conocimiento de causa como irreverencia caracterizan su puesta en escena, "dando la brassa" mejor a pie de calle, donde la música se hace al bailar. ¡Y triunfan como el "saxofonista de Hamelín"! Rafael Corral habló con nosotros.

- 15 años soplando, ¿les queda aire?

- Me gusta mucho el título de las memorias de Luis Buñuel: 'Mi último suspiro'. Cuando el arte y la vida van de la mano, el arte acaba cuando acaba la vida. El saxo, que está tan relacionado con el hálito, es decir con el alma, es como la voz o como un lápiz: instrumentos para contar cosas. Creo que mientras haya cosas que contar y personas que quieran oírlas, estaremos ahí de una u otra forma si el tiempo, las autoridades y la salud física y mental lo permiten. De todas formas, hay que pensar que si veinte años no son nada, si hemos de creer a Gardel, quince años son casi nada. A veces cuando miro hacia atrás aparecen cientos de actuaciones, de situaciones diversas a veces divertidas y a veces chocantes. Me queda este sentimiento agridulce que tanto me hace identificar el deambular de nuestro grupo con los personajes de 'El Viaje a ninguna parte' de Fernando Fernán Gómez. Hemos sido verdaderos peones camineros de la música y nos hemos curtido en el camino.

- Paradójicamente, tres lustros sin editar ningún disco, ¿sólo trabajan en directo?

- Lo cierto es que nos llamó un organismo oficial de Granada que iba a hacer una recopilación de grupos de jazz de Granada, la última noticia que tuve de ellos fue en el año 96 ó 97, me llamaron diciéndome que había olvidado poner el nombre de los componentes del grupo y era necesario para incluirlo en el disco. Es posible que me llamen de un momento a otro. A lo mejor se les ha perdido mi número de teléfono, pero me enteré por terceros que en el fondo había una discrepancia en el concepto de afinación (Después de oír nuestra grabación parece ser que ellos opinaron que en la escala cromática de doce notas, la afinación pitagórica tiene once quintas justas y una falsa. Yo aduje que si hay ocho terceras mayores que no atraviesan en su formación la quinta falsa y cuatro que la atraviesan, entonces hay nueve terceras menores que no atraviesan la quinta falsa y tres que sí lo hacen). No llegamos a un acuerdo y no me volvieron a llamar. No les guardo rencor, llevaban razón y yo hubiera hecho lo mismo. El otro día se lo comentaba a mis compañeros: afinar es de cobardes y ensayar también.

- Nacieron como una banda-escuela, ¿cómo van la matriculaciones?

- Seguimos funcionando así, el que sabe más enseña al que sabe menos y todos aprendemos. Ese es nuestro método, somos artesanos de la música. Yo, particularmente, me considero un músico naïf, un intruso que se ha colado en la música por verdadero amor al arte. Por aquí ha pasado mucha gente y las puertas siempre están abiertas, a pesar de alguna experiencia amarga. Esto es una invitación formal para aquellos y aquellas que toquen instrumentos de viento o viento-madera y se sientan afines a nuestra historia. Por cierto, que ahora quiero buscar un bajista y un guitarrista para las actuaciones en locales. Es el paso del tiempo y la química mutua la que depura, conforma y consolida a los grupos.

- Pero luego han sido muy imitados como formato de "Brass band"...

- Nadie inventa nada, todo se construye sobre lo anterior, pero hay plagios que son escandalosos y siempre hay gente sin imaginación que no tiene el menor pudor a la hora de fabricar productos clónicos. Esto ocurre en todos los campos ya se trate de un coche o de un grupo de música. Cuando aquí lo más usual era la típica banda de pasodobles o la charanga pachanguera, en el resto de Europa sí eran más frecuentes el tipo de bandas callejeras parecidas a la nuestra. Nuestro taller de música venia funcionando desde finales de los ochenta y el grupo como tal empezó a actuar en el 95. Nosotros fuimos (al menos en Andalucía), y es de justicia decirlo, esa bola de billar que golpea a todas las demás de triángulo. Dicen que quien presta dinero a un amigo pierde el dinero y pierde el amigo. Nosotros prestamos una idea y la bola partió camino a Sevilla que es capital y centro de Andalucía como todo el mundo sabe. Esa bola golpeó a otras y así sucesivamente. Leí que Lester Young, en el ocaso de su carrera, se quejaba: "Al final voy a tener que imitar a mis imitadores para conseguir trabajo". Este no es nuestro caso porque no vivimos de esto y nuestra independencia está garantizada sin tener que hacer cola en el departamento de peloteo y machaqueo en la concejalía de cultura de turno, pero la situación es bastante parecida. La mayoría de nuestros clónicos no saben ni que existimos, son la copia de la copia de la copia por lo que no conocen al original. No me molesta en absoluto esta posición de outsiders en la que algunos buitres, especie avidadolar como decía Salvador Dalí, y algún organismo oficial nos ha colocado. Esto nos da libertad para marcar el rumbo y hacer y deshacer a nuestro antojo.

- Ustedes, que son una banda de calle, ¿cómo llevan la prohibición municipal de tocar al aire libre?

- Yo aprendí a tocar el saxo debajo de un gran árbol en la vega, cerca del camino de Purchil. Acudía allí cada día con mi bicicleta donde me cobijaba en invierno y en verano. Al principio lo hacía por dar un poco de respiro a mis sufridos vecinos (desde aquí quiero mandar un afectuoso y agradecido saludo a todos los que tienen el privilegio y la suerte de tener como vecino a un músico) pero después pensé que nunca podría encontrar un local de ensayo tan amplio y aireado. Además de esto, el campo fue mi escuela para proyectar el sonido. En una ocasión el magnífico, pelirrojo y simpatiquísimo saxofonista afroamericano Red Holloway me comentó que él había utilizado también, durante años, el mismo local del ensayo bajo el firmamento. Nunca coincidimos pero me alegra saberlo, aunque creo que los resultados del ensayo tienen alguna pequeña diferencia a su favor. Todo el grupo comparte esta querencia hacia los ambientes sanamente rústicos, callejeros y el aire libre, cuanto más libre mejor. Durante mucho tiempo ensayábamos en un descampado cerca de río. No muy lejos también ensayaba un grupo de cornetas y tambores. La fusión de las dos músicas hubieran dejado flipado a Miles Davis o al mismo Stockhausen. De todas formas 'St. James Infirmary' no está nada lejos de la música de Semana Santa. Hay que alejarse y ver el bosque, no sólo los árboles. Creo que este extraño mix define nuestra música. El excelente músico, y sin embargo amigo, Nicolás Medina nos definió, al principio de nuestra andadura como grupo, de una forma fina y certera: "Sois una mezcla de Mingus y de Forges". No me dijo la proporción de la mezcla, pero yo quiero pensar que la balanza no esté escandalosamente inclinada hacia el lado de Forges. En respuesta a la pregunta: la buena música humaniza la calle, oír o tocar música en la calle es como recibir o dar un abrazo o una sonrisa, nunca debería estar prohibido esto. Nuestras primeras ganancias, hace quince años, las invertimos en viajar y tocar en las calles de San Sebastián, París, Amsterdam y Avignon. En París un gendarme quiso echarle mano a mi veterano Selmer Mark VI plateado y yo salté como un muelle y le espeté en mi perfecto francés "queestifé", y detuve así el asalto.

- ¿Pasacalles o escenario?

- Nos resistimos todo lo que podemos y más para subir a un escenario. Los pedestales siempre estropean las cosas y como nuestro público es minoritario (aunque selecto e inteligente) preferimos codearnos con ellos. Haces más vida social en el mismo plano de sustentación en el mismo suelo. Además tienes la ventaja de que no tienes que subir escaleras para luego bajarlas. Tampoco tienes el riesgo, salvo rarísimas excepciones, de que se hunda la tarima y te pierdas en los abismos.

- Recuerdo a un viejo cronista que dijo que el jazz murió cuando se dejó de bailar y entró en los teatros, ¿de acuerdo?

- Cuando haces cualquier actividad creativa buscas proyectarla hacia afuera y el verdadero éxito de tu proyecto es que ocurra el milagro de la comunicación. Ha habido ocasiones en que gente de pueblo, que desconoce absolutamente la palabra Jazz, se ha lanzado a bailar a la manera del pasodoble nuestras versiones de Duke Ellington, Dollar Brand o nuestros propios temas. Si hubiera un Dios del Jazz nos hubiera guiñado desde las nubes con su ojo enmarcado en un triángulo. En ese sentido somos una especie de Jazz Messengers a lo carpetovetónico en salsa de genuina y auténtica malafollá granaína. Esa es nuestra paga y nuestra medalla que lucimos con orgullo.

- La última vez que les escuché llevaban una cola de centenares de personas bailando... ¿Existe el saxofonista de Hamelín?

- Se dice que, en una ocasión, Picasso hablaba con una señora no muy iniciada en el mundo del arte. Esta le decí: "A mí no me disgusta el arte moderno, pero no lo entiendo". Picasso le contestó: "¿A usted le gustan los huevos con patatas?... ¿Usted necesita entender a los huevos con patatas?". Yo creo que hay un gran núcleo de personas que, de forma independiente a su educación, tienen una capacidad para captar de una manera diáfana y sin prejuicios lo que está hecho con ilusión y ganas de comunicar, sea cual sea el género utilizado. Más que en el saxofonista de Hamelín creo que las ratitas que le siguen no son tan tontas como se pretende y sí que tienen criterio para discernir lo auténtico, aunque no pertenezcan a la supuesta élite cultural. Ese es nuestro público. El purista, el "gourmet" del jazz que acude a los conciertos con lupa y afinador y que se pasa el concierto pensando en el punzante comentario que hará a la salida es incompatible con nuestro grupo.

- Actualmente, ¿cuántos miembros forman la banda?

- Espera que me acuerde... Somos catorce si el tiempo es bueno, si hace malo somos catorce, más o menos. Emilio, Meme y Berta tocan el saxo alto (no el mismo saxo, cada uno y una tienen el suyo). Juan, Manolo e Iván tocan los saxos tenores. Dani toca el trombón, María el saxo barítono y Eduardo la tuba. Jose Biondi, Jose Rueda, Danilo y Jesús las percusión y yo me llamo Rafa Corral, servidor de ustedes para lo que gusten mandar, y toco varios saxos y amenazo con cantar si la cosa se pone fea.

- ¿Y cómo es su cumpleaños con toda esta tropa?

- Va a ser una cosa sencilla acorde con nuestros humildes gustos. Serán cinco días de celebración más dos para reponerse. El Alexis se ha reformado completamente, el antiguo edificio ha sido demolido a pico y pala por Fernando Espadafor y su cuadrilla de hacendosos camareros. Su estilo estaba ya obsoleto y hemos construido unas grandes naves de diseño en terrenos protegidos con cabida para veinte mil asistentes. La empresa es grande y no repara en gastos. Por supuesto que acudirá toda la realeza europea (el príncipe de Gales es imprescindible si aprieta el calor). En fin, lo normal en estos casos. Estáis todas y todos invitados. El Combo invita, cada cual paga lo suyo y quedamos como amigos.