JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 12/05/2010

La faceta musical del polifacético Gran Wyoming parece haber quedado en segundo plano tras sus asuntos televisivos o cinematográficos. Pero el ex doctor madrileño (curioso paralelismo invertido con un alma gemela de los clanes de Zahara y 'C.Q.C.', Pablo Carbonell, también cantante, humorista, presentador... y que sí ejerce de galeno en 'Hospital Central') parece que ha decidido, en los entretiempos de 'El Intermedio', quitarle el polvo a su Les Paul y echarse unas pachanguitas con los colegas. La popularidad ayuda lo suyo, y así no cabía duda de que el Planta Baja se le iba a quedar chico, y así fue. Y puestos a recuperar el segundo oficio más antiguo del mundo, hay que hacerlo en todo su esplendor: como un chaval más, pongamos que Chechu Monzón, cantante de Los Insolventes, si hay que arrimar el hombro, poner cables, ensayar, afinar, recoger... se hace, que en el rocanrol no hay anillos.

Pero antes de que el presentador televisivo saliera a tocar, mención especial merecieron (y se lo cobraron en aplausos, a pesar de ser absolutamente desconocidos) Mundo Chillón, versión colectiva del cantautor Pedro Chillón, dedicado con gracia (y elegancia de sastrería) a, y son sus palabras, el "romancero copular, cínico y bromiscuo".

En su faceta musical el cantante conocido como Gran Wyoming tuvo su momento nada estelar como cantante de rock costumbrista en los setenta, con Paracelso, y luego con El Reverendo ejerció de delirante animador de pub, pero nada de esto se notó en el Planta, donde se aplicó a un divertimento colectivo sobre versiones ajenas de todo pelaje y calado, tocadas con solvencia musical (Los Insolventes, sin él, son Última Experiencia), cantadas a su peculiar manera y en un inglés de primer fascículo del curso de idiomas, obviamente el gratuito. Pasó por todo, desde Dylan a Pepe da Rosa, Cornershop, Buffalo Springfield... desde Rosendo a Rory Gallagher (que vienen a ser parecidos), Los Salvajes, Ronaldos o Chuck Berry, momento en el que excepcionalmente se desató y resumió media película 'Cadillac Records' en un minuto. Y es que sea porque es muy hombre y no puede hacer dos cosas a la vez, o porque estaba reconcentrado en su regreso a los escenarios, (y sin que sirva de precedente) su célebre lengua de repetición se mantuvo bien guardada dentro de su boca y sólo se movía para masticar la letras de las canciones. Una lástima, porque tanto en él como en Carbonell, se disfruta más lo que cuentan y cómo lo hacen que lo que cantan, que ninguno de los dos es Frank Sinatra, y hasta éste tenía su Rat Pack para echar risas y pachanguitas; se trata sólo de quitarle el bozal a la "sin hueso" y dejarla a su aire, que grupos de "covers" hay miles, pero Wyomings no abundan.