JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 29/04/2010

Como en sus últimas visitas a Granada, STANDSTILL volvieron a llenar la sala Tren, confirmando que valentía en fondo y forma no excluye necesariamente popularidad. Los catalanes que con 'Vivalaguerra' rompieron el molde estándar de concierto la otra vez, y ahora han ido, por un lado más lejos con una suerte de ópera-rock (o zarzuelacore) muy Kinks, y por otra vuelven de nuevo al escenario, más funcional para tocar que andar por los suelos como entonces. Estrenaron el proyecto que llevarán al Primavera Sound, muy bien montado en términos acústicos, pero no tanto estéticos ya que la complejidad de sus ambientes requieren un entrenado iluminador propio que refuerce óptico-emotivamente lo sugerido.

Pero antes que ellos, los cordobeses Nadir, contando con el refuerzo del teclista Javier Álvarez, constataron, haciendo ejercicio tanto de dramatismo instrumental, excelente ensamblaje y agradecimiento, que las inquietudes también están descentralizadas y no sólo viven en las grandes capitales.

Los cordobeses en su admiración verbal de fans clavaron a Standstill, "un grupo que ha agrandado el concepto de rock" (o algo así dijeron), y cierto es que han estirado hacia arriba y los lados del concepto, estrecho aún más en su hardcore primigenio; algo así como en cine ocurrió con el scope, el cinerama y las tres dimensiones, en el caso de los barceloneses sin gafas.

Obviamente se centraron en las aventuras y desventuras de Bonaparte, el prota de su última entrega, aunque reordenado el material para el directo a la búsqueda más climática de sensaciones que respetando el guión, así encogieron hasta casi la nada la parte "incidental". El aporte de un tubista en graves y de pequeños adornos de mandolina, xilófono Feber, etc., como la doble percusión a ratos, han enriquecido la paleta tímbrica de un grupo que explota por las sisas cualquier traje estilístico que se le quiera poner. Hasta la media hora no sonó algo de su celebrado 'Vivalaguerra' ('El porqué de hablar solo') y nada se escuchó anterior a su disco refundacional.

Califican de obra maestra su triple disco, no es para tanto (hay que dejar algo para luego) lo que sí ha sucedido es que ha radicalizado las posturas a su alrededor, para unos no pasa de nadería pretenciosa, pero para los que abarrotaron la Tren sabiéndoselo de memoria a pesar de su enrevesamiento, no sólo roza la excelencia sino que acaso, vistos los rostros de las primeras filas, entran en la categoría de sublime.