JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 07/04/2019

El músico alemán/estadounidense, pero residente en Granada (a ratos), HENRY VINCENT KNEUER, decidió el año pasado concentrar en una sola referencia toda su obra musical, fotográfica y pictórica. Más allá de la apariencia indie de Granada, hay inmensos creadores por aquí, como este pianista que igual puede amenizar anónimamente un café en el Bohemia Jazz que poner música a una superproducción o a unos juegos olímpicos. Pionero de muchas cosas, merece mucho la pena dejarse llevar por las veintitantas horas de su trabajo grabado, o al menos fascinarse escuchándole en directo, como sucederá hoy domingo, 7 de abril (22h), en la Casa de la Cultura de Santa Fe. Hay muchos mundos, y todos están en Granada.

- ¿Cómo llegó un músico americano/alemán a afincarse en Granada?

- Cuando tenía unos 25 años mi vida reclamaba un cambio, y como en un viaje anterior (en aquel tiempo recorriendo 4000 km en España en una Velosolex) ya conocía Granada, me puse de camino con un viejo Mercedes hacia el sur, donde hace menos frío. Y de alguna forma Granada me encantó, porque tenía un cierto aire exótico/morisco pero era todavía Europa. Y, claro, cuanto más tiempo te quedas, haces amigos, encuentras compañera, creas familia, hijos, compras un cortijo, etc. Esta energía invertida luego crea su momentum.

- ¿Sigue viviendo a caballo de Granada y Brasil?

- Conocí Brasil en el año 2002 en un viaje muy espontáneo y me enamoré, lo cual no era muy difícil: el encanto de estas playas, del clima y su gente y su música le hacen soñar a cualquiera. Y como en España en este momento el boom inmobiliario estaba en su máximo, con un poquito de dinero que tenía aquí no podía hacer nada, pero al sur de Natal conseguí comprar una buena "fazenda", con río propio, muchos frutales, floresta nativa y alguna casa. Este sitio poco a poco se convirtió en mi nuevo paraíso. Y sí, voy a seguir viviendo en los dos lugares, en Brasil principalmente cuando aquí el invierno aprieta.

- ¿Los viajes han sido su principal nutriente de ideas?

- Los viajes ayudan mucho a no quedarse atrapado, tu mente es más activa y por lo tanto también más receptiva. En el contacto, a veces inesperado, con persones interesantes, lugares diferentes y con situaciones no ensayadas surgen siempre ideas nuevas. Hay que ser abierto a lo que viene hacia ti, incluso los momentos menos agradables tienen un efecto bueno al final. Y, por supuesto, también está la intuición que llevamos dentro, alimentarse de alguna forma de esta sopa cuántica, desde donde todo surge y que es infinito.

- De hecho fue pionero en hacer sesiones audiovisuales con imágenes de ellos.

- En Alemania desde luego no, porque había unos cuantos, que mostraban sus impresiones en montajes audiovisuales. Pero cuando vine aquí en el 81 con todo mi equipo de 8 proyectores, pantalla gigante y sonido era novedoso, si bien mi concepto era un montaje más bien estético que informativo. Un show así puramente analógico era como un concierto, único en ese momento.

- ¿De cuántos países tiene sellos en su pasaporte?

- Ahora solo uno, Brasil, porque apenas tiene un año. Pero tampoco soy el viajero que recorre el mundo como otros, repito mucho los mismos sitios: 50 veces Marruecos, 20 veces Brasil, 30 veces Estados Unidos, y muchos relacionados con el trabajo: India, Turquía o Indonesia eran viajes únicos, de aventura. No me importaría conocer más lugares pero tiene que haber un piano por allí. Si fuera flautista a lo mejor viajaría más.

- Compone, toca, fotografía, pinta... ¿Es un artista del renacimiento?

- No sé. La creatividad es algo que cuando la tienes dentro no tiene por qué limitarse a una técnica. Eso de ser muy continuo y consecuente en una cosa nunca ha sido uno de mis fuertes. En el fondo, el proceso tiene que ser divertido. Y cuando hay un proyecto en el horizonte o un encargo o un motivo concreto te pones a trabajar y algo siempre sale. Ser creativo, sea donde sea (cocina, jardín, música, pintura, arte en general) forma parte de nuestro ser como humano expresivo. Hay que evitar dejarse esclavizar y atontar, que es el propósito de esta "matrix" que dirige nuestro mundo.

- Ante un músico tan total... ¿Acústico, eléctrico u ordenador?

- Pues, acústico, eléctrico y electrónico, todo, por supuesto, cada cosa en su momento y para su propósito. Con el piano acústico demuestras más puramente tu oficio y tu técnica, es la base de todo. Lo eléctrico en plan Jazz-Rock-Fusion lo adoro, porque hay mucho poderío en la interpretación y en los shows. Y lo electrónico al estilo de la escuela alemana también me encanta, crear ambientes, componer soundtracks, bandas sonoras, experimentar y viajar un poco más galáctico. Ahora, con los ordenadores y los programas de secuenciador, podemos hacer cosas impresionantes, que antes eran inaccesibles. Pero si me obligaran de decidirme por uno solo, elegiría el piano, es el instrumento rey.

- No hay antecedentes en Granada de una antología tan total ¡con 20 horas de música! ¿Cómo se le ocurrió?

- En este proyecto bastante autobiográfico la gran mayoría de lo que se puede escuchar se realizó en Granada a lo largo de 30 años. Pero el impulso de editar un libro musical salió en Brasil, cuando estaba editando la música para un nuevo proyecto, muy meditativo y "chillout", con Hangdrum, Piano y Electrónica. Como tenía ya acumuladas algunas grabaciones anteriores nunca publicadas, pensaba que no sería mala idea hacerlo todo de un golpe, incluyendo las bandas sonoras, lo compuesto para el Parque de las Ciencias, y también los discos que ya existían. Y allí, revisando todo el material, me lo pasé muy bien.

- En este tiempo... ¿cómo ha visto evolucionar la música de Granada?

- Con altibajos, desde luego. Granada siempre fue considerada una buena ciudad para el Rock, y ahí tengo que admitir que no me he movido mucho. Un poquito mejor conozco el flamenco, que siempre era como un monumento, pero tampoco sé suficiente para hablar de esto; más cómodo me siento en el ambiente del Jazz. Esta pregunta requiere una contestación compleja y muchos aspectos se me escapan, pero creo que un buen ejemplo podría ser la evolución del Club Secadero, que hizo tanto por la música en Granada, de cualquier estilo, y representó una época de bastante alegría y dinámica musical, pero luego se perdió, por prohibiciones absurdas, leyes anti expresión libre, y falta de interés e incompetencia administrativa. Aquí hay festivales de todo, que cada vez atraen más público, pero en los bares, salas y garitos es donde crece la música y allí falta mucho apoyo. Con tal de prohibir y multar menos ya estaría bien. Músicos buenos hay cada vez más, y Granada sigue siendo un gran imán con su magia.