ALFONSO SÁENZ  |  Madrid, 14/04/2010

Aquella noche del 12 de abril se adelantó la habitualmente tardía hora para comenzar los conciertos en el Gruta 77 de Madrid. Al septuagenario Richard Anthony Monsour, más conocido como DICK DALE no le gusta acostarse tarde, tampoco le gustan el alcohol, las drogas o la carne roja. Lo que sí le gusta es su Fender Stratocaster Custom dorada, que el mismísimo Leo Fender le dedicó hace unos cincuenta años. Desde entonces ha tenido tiempo de aprender batería, armónica, trompeta y artes marciales; girar por todo el mundo, superar un cáncer y ser propuesto por sus seguidores como presidente de los Estados Unidos.

A las 10 y media y en una abarrotada Gruta 77, que repetía la función de la noche anterior, una guitarra invisible esbozaba la melodía de 'Nitro' mientras dos tipos grandes y melenudos salían al escenario, baquetas y bajo en ristre. Inmediatamente después el escándalo y la algarabía se adueñaban de la sala; Dick Dale, cinta negra a la cabeza,  aparecía junto a su querida Fender. Su milenario reverb envolvió como la bruma a todos los presentes y su tremolo picking revoleó cabezas y caderas como las olas del mar a los intrépidos surfistas de la Costa Oeste. Lo que siguió no fue otra cosa que un maratoniano popurrí que hacía un completísimo repaso al dilatado repertorio del maestro Dale. 'Let´s go trippin', 'Riders in the sky', 'What´d I say', 'The wedge', 'Taco wagon', 'Misirlou' y un larguísimo etcétera de grandes clásicos pudieron escucharse aquella noche, en la que Dick Dale repasó su extensa carta de estilos, de los que podemos mencionar el surf-rock, el blues, el rockabilly o las malagueñas y demás temas de corte latino.

Dick Dale combinó su extraordinario manejo de la guitarra con su desgarrada voz, la armónica cromática, la batería e, incluso, la trompeta, la que toca con gran clase y acierto. Así lo hizo patente en un excelente swing-jazz que dejó boquiabiertos a los sudorosos asistentes. "El rey de la guitarra surf" no lleva set list, no lo necesita. Va pasando de tema en tema sobre la marcha, sin acabar ninguno de ellos. El concierto evoluciona al son que él marca, para desconcierto de sus músicos en ocasiones. Pero da igual, Dick es así. Hace lo que quiere en cada momento. Y si lo hace es porque puede. Lleva 50 años haciendo esto y tiene 72. Jamás se me hubiera ocurrido contradecir a mi abuelo en su trabajo. La banda de Dale está ahí para seguirle, y lo hacen muy bien. Mantienen el tempo del concierto en todo momento, y el abuelo se lo agradece desplegando su magia imperecedera. No te mueras nunca, Dick.