VALLE  |  Granada, 05/10/2018

Fue un gran presentimiento. El caso es que ninguno de los animales del Parque Nacional de Yala al sudeste de Sri Lanka murió a consecuencia del devastador Tsunami en 2004. Elefantes, leopardos, orangutanes, conejos... Todos escucharon a la naturaleza, presintieron lo que iba a ocurrir, olvidaron sus rencillas territoriales, escaparon a la parte más alta de la zona y, allí, esperaron juntos a que volviera la calma. Todos menos el ser humano que ya no entiende lo que tiene a su alrededor, que ya no siente ni escucha lo que le dice su planeta y que no puede escapar porque, precisamente, ya no es capaz.

Escapar. Sobre eso hablan muchas de las canciones del inspirado nuevo álbum de la banda granadina DOLOROSA. Creo que quieren escapar porque, como aquellos animales, también han tenido 'Un Gran Presentimiento'. Así se titula este disco que presentarán hoy en El Jardín Gomérez de Granada y que estrenarán en Madrid el próximo día 18 en la sala Costello Club. Un cuidado trabajo que, como todos los que pasan por la cabeza y las manos del músico y compositor Raúl Bernal, no os dejará indiferentes. Diez temas que saben nacer y morir con los perfectos y exactos arreglos que necesita la melodía y que enriquecen al mensaje como la nostálgica 'Yo no tengo nada', la popera y pegadiza 'Pasar la tarde', la luminosa 'El amor', la deliciosa 'Biografías', la balada sesentera 'Cobertizo y faltriquera', la pesimista 'Cualquier día de estos', la reivindicativa aunque contradictoria 'Inglaterra', mi preferida 'Que solo lo sepa yo', la intimista 'Arder en leña ajena' y la cautivadora 'Canción de amor para la ciencia'. Canciones en las que no se grita revolución porque, ahora, con aire bohemio, cotidiano y aparentemente despreocupado, os lo susurran.

Junto al mencionado Raúl Bernal, Dolorosa se compone de Natalia Muñoz a la voz, Antonio Lomas a la batería y Fran Ocete, Chesco Ruiz y Carlos Marqués a las cuerdas de guitarras y bajos. Un equipazo que ha creado un álbum del que puedo presentir que gustará mucho a todo el mundo porque, al igual que los animales simplemente escuchan a la naturaleza, en este caso también, para tener ese gran presentimiento, solo hay que escuchar.