VALLE  |  Finlandia, 25/08/2018

Aunque no es ni guapa ni fea, ni cordial ni antipática, ni rica ni pobre; la mediocridad es una gran seductora. Esto, quizás, sea porque la mediocridad no es ni elegante ni andrajosa. Se viste con ropa cómoda y, al final, resulta fácil de llevar. Es como cuando la modista se casa con el cantante, simplemente, para que todo sea como coser y cantar.

A pesar de que la mediocridad no destaca en nada y puede parecer que no molesta a nadie, tiene enemigos acérrimos que no la pueden ni ver: el talento, la originalidad, el esfuerzo o la actitud. Y ahora preguntaréis: y si el esfuerzo o la actitud, por ejemplo, no la pueden ni ver, ¿cómo puede subsistir? Pues, resulta que la mediocridad tiene una amiga millonaria: la ignorancia. Y, como la ignorancia es atrevida, siempre lleva el bolso abierto y, así, la mediocridad, sin que la ignorancia lo sepa ya que nunca sabe nada, le saca los cuartos. Ya sabéis, la mediocridad siempre se aprovecha de la ignorancia.

Desgraciadamente, la mediocridad ha seducido muchas veces a la música en todo el mundo. Aquí en España, sin ir más lejos, hicieron un "ménage à trois" con la televisión y, de ese trío, nació un niño repelente llamado Operación Triunfo.

Últimamente, la mediocridad ha viajado a Finlandia. Allí ha seducido a RYLOS, un grupo de rock que el 7 de septiembre lanzará su tercer LP que se llama 'Solarworks pt. 1'. En 'Solarworks pt. 1' abundan las melodías tontas y los arreglos básicos ya desde el primer tema 'Leaving Earth' que es la típica y repetitiva canción de sonrisa idiota de Eurovisión. La segunda pista 'Super-Duperstore' desconcierta y no es por su originalidad, al contrario. Este tema podría ser una versión mala en la banda sonora de una serie japonesa de "manga" tipo 'Bola de Dragón' pero con un incomprensible cambio en el estribillo que pretende, sin conseguirlo, ser algo así como sentimental. Para ser justos, en el desaguisado de esta canción se salva la guitarra de Jukka Venkala.

Lo que intentaron hacer en el estribillo del segundo tema queda de manifiesto en el tercero que se llama 'Celestial Rendezvous' donde se confirma que la cursilería es uno de los absurdos pilares de Rylos en 'Solarworks pt. 1'. Emociones baratas en las que no puedes evitar reírte imaginando a su vocalista Mikko Heino cantando con una mano en el pecho y una lágrima en la mejilla. 'Meltdown', el cuarto tema, vuelve a ser una mezcla de la banda sonora de una serie de manga y la de las típicas películas malas y baratas sobre especies de monstruos increíbles que atacan a la humanidad. Esas que suelen llamarse "TibuPirañas" o "El hijo de King Kong y Godzilla". Cosas que, en cualquier caso, los japoneses hacen con más gracia.

Llegados a este punto, a uno le empieza a costar mucho trabajo seguir escuchando el disco pero, de repente, descubro algo sorprendente: la infantilidad. ¿Os acordáis cuando siendo niños acompañábamos con un pequeño teclado o con una flauta dulce al amiguito que cantaba haciendo la misma melodía que la voz y al mismo tiempo? Era algo que cuando cumplías 11 o 12 años te dabas cuenta que no era lo coherente y dejabas de hacerlo. Pues bien, aunque parezca increíble, es lo que hace Rylos en su quinto tema 'Funbusters' donde un punteo agudo acompaña con la misma melodía y al mismo tiempo a la voz. Tuve que rebobinar un poco y volver a escucharlo porque pensaba que mi mente me estaba engañando. No me lo podía creer.

En el sexto tema, 'Interstellar explorer', la facilona base rítmica de Matti Sorsa al bajo y Misca Muhli a la batería que solo es interrumpida por algún redoble clásico, intenta ser bailable sin éxito. Con el título de la séptima canción, 'Last days of Autumn', pensé que volverían a recurrir a una de sus especialidades, la cursilería. Sin embargo, me equivoqué. Es otra versión mala de la banda sonora de algún "manga" barato. El octavo tema, 'A place to call home', solo se puede definir como pegajoso debido a esa nula originalidad en la que todos los sonidos están tan copiados y tan oídos que son desagradables. No me entendáis mal, yo no pido nada nuevo. Cualquier rock and roll tocado con cierta actitud me puede resultar genuino. Pero, seducidos por la mediocridad, eso es algo de lo que carecen estos finlandeses. En la novena canción, 'Beneath the iron stars', tras un largo minuto de inútil introducción, los arreglos se tornan aún más básicos y, en lugar de 'Bola de Dragón', ahora parece 'Mazinger Z'.

Es posible que el asunto de los textos que nos hablan de que estamos destruyendo nuestro planeta como si tuviéramos otro sitio a donde ir, sea lo único que podría merecer la pena en un álbum que termina con las estúpidas melodías del tema 'Unnamed suns'. Lo que sí tengo claro con el disco 'Solarworks pt. 1' es que, al igual que he intentado hacer al principio de esta reseña, Rylos personifica la mediocridad.