JUANMA CANTOS  |  Madrid, 22/07/2018

Siempre es un placer ver una sala de conciertos llena un miércoles en mitad del mes de julio, pero es que la ocasión, sin duda, lo merecía. No era para menos: El guitarrista JULIAN LAGE, una de las muestras más evidentes de por dónde va a avanzar la guitarra de jazz en el futuro más cercano y músico radiante de técnica, sensibilidad y, quizás lo más importante, una personalidad que le distingue de otros compañeros de profesión, con un sonido reconocible como propio, congregó, entre el público que llenaba la sala Clamores de Madrid en un nuevo concierto de la impecable programación especial por su 37 aniversario, a numerosos guitarristas de la escena madrileña como, entre otros, Héctor García Roel, Chema Saiz, Javier Sánchez, y no solo de jazz, también de blues como Susan Santos o Pablo Sanpa. Talento a ambos lados del escenario.

El concierto del trío de Julian Lage fue una demostración práctica (añadida a la masterclass "formal" que el norteamericano ofreció horas antes en la Esmuva) de cómo sacar de una guitarra, sin apoyarse en pedaleras ni multiefectos, una amplia gama de sensaciones, haciendo que parezcan simples una complejidad y un virtuosismo que se hacen asequibles para todos los oídos, no solo los más instruidos en el género. En su concierto, Lage no se escapó por inescrutables armonías, sino que, en una actitud en apariencia muy pop (llegando en momentos "de subidón" a cuasi rockera), la música que creó con su Telecaster fue totalmente cristalina, adentrándose por terrenos del smooth jazz y dejando poco espacio a la improvisación "al uso". Totales calidez y delicadeza las que salían del ampli Fender, también "vintage", del joven californiano.

Y, precisamente, en esa búsqueda de la calidez y la delicadeza, arrancó con una personalísima versión del 'Marie' de Randy Newman, embobando ya a los presentes y guardando las cartas para ir in crescendo a lo largo del show. Lage venía a presentar su nuevo álbum, 'Modern Lore' (Mack Avenue, 2018), y fue este disco el que, lógicamente, centró su repertorio con canciones como 'The Ramble' y 'Atlantic Limited' (segunda y tercera de la noche) o 'Splendor Riot' y 'Pantheon', pero el norteamericano fue atrás en el tiempo para regalarnos composiciones de sus anteriores trabajos, como 'Persian Rug', '233 Butler', '40's'...

Para el directo, Julian Lage ha cambiado la veteranía de su trío de estudio (Scott Colley al contrabajo y Kenny Wollesen a la batería) por la pasión y el empuje de dos músicos tan jóvenes (o casi) como él, y ha encontrado en el peruano Jorge Roeder un contrabajista sutil y poco amante de las florituras (quizá en ocasiones demasiado "cuadriculado" en sus desarrollos, pero muy efectivo para encontrar el punto de sencillez que su líder busca), y en el bostoniano Eric Doob un baterista hiperactivo, ya fuera con las controladas baquetas, las espirales escobillas o en la percusión de sus propias yemas de los dedos, pero siempre finísimo y comedido con el bombo, un motor que hace funcionar el engranaje del trío. A ambos supo Julian Lage ceder protagonismo y espacio para los solos. Situado a un lado del escenario, cediendo el centro escénico al bajista y enfrentado a su baterista, Lage consiguió el dinamismo necesario y el punto de impacto emocional durante todo un concierto que cerró bopeando (única concesión al "desenfreno" en toda la noche) por Ornette Coleman y su 'Blues Connotation', para despedirse, después de la merecida ovación, con un único bis: el acercamiento a la Americana, en un soul muy "campero" como es 'Ryland'.

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