JUAN JESÚS GARCÍA  |  Almuñécar, 22/07/2018

Conocimos a la cantante estadounidense ROBIN McKELLE acompañada de sus Flytones, magnífica formación de blues & soul con la que actuó por Granada hace unas temporadas. Ahora ha vuelto a Jazz en la Costa para llenar su cesta de aplausos y aclamaciones, aunque el nombre del festival no encaje plenamente en su propuesta.

Acaso por contraste con el mágico concierto que Fred Hersch regaló (por 18 euros fue un regalo sin envolver) la noche anterior, la velada con esta neoyorquina pareció un brillante ejercicio de música mainstream, vistoso, eso sí, y con un presentación impecable. La McKelle tiene una voz portentosa, con un poso áspero de fondo que con un par de cartones de Ducados podría llegar a la lija de Kim Carnes, tiene "alma" en la voz y capacidad de maniobra hasta llegar a la pirueta sin red. Y en todos los palos, que su biografía grabada toca todos los estilos blanco y negro americanos.

En un formato menos especifico que su rugosa banda antigua estrenó su disco 'Melodic canvas' en el que está muy interesada, sobre todo como autora; disco magnifico por cierto. Como ocurriera con Rebekka Bakken en este mismo escenario (y muchas más en otros), también esta mujer refresca el modelo de "cantautora jazzy" de una titana como Carole King aunque sin su ángel compositivo. En este caso con el ejercicio de estilo de un cancionero jazzeado, matizado en el soul nocturno, góspel coral, funk light y hasta Americana, que por momentos sus compañeros sonaban como The Band.

Salvo un absolutamente prescindible solo de batería, la banda se ajustó a guión, perfumando las canciones con el aroma estilístico requerido (echándose en falta la guitarra y los coros pentecostales que adornan la grabación), pero eso sí, "oliendo" a estimulante "Black XL" cuando el detalle llegaba desde órgano y Rhodes.

Se esforzó mucho en gustar, fuese con desarrollos de temas como 'It Won't End Up' donde hizo una espectacular semi improvisación de ecos magrebíes; invitando a participar en los coros sacerdotales de 'Swing Low, Sweet Chariot', y ya pidiendo imperativamente al personal que se levantara, cosa que hizo gustosamente para terminar bailando la recta final de su actuación. Por cierto, Robin McKelle consiguió otro lleno más de un festival que ha rozado el "sold out" total.