JUAN JESÚS GARCÍA  |  Almuñécar, 18/07/2018

Desde hace ya algunas ediciones, Jazz en la Costa se abre con un par de conciertos "de bienvenida" para recibir a los aficionados e ir ambientando la ciudad. Y en esta agenda de conciertos es ya fija en el cartel la "noche de blues" de La Herradura, cuyo escenario de la Plaza Nueva se llena para una dosis de "música del diablo", que luego tendrá continuidad en un mes con el Festival de Blues de La Herradura ya en tamaño doble.

Este año las actividades de apertura se han ampliado ya que a la vez hubo un par de posibilidades añadidas. Así se ha realizado un curso exprés de swing en el paseo marítimo del Altillo a cargo de los profesores de la academia de Lindy Hop Pinky-Panky, Patricio Caparrós y Beatriz Miralles, que durante algo más de una hora, y vestidos de época, enseñaron a los curiosos los secretos de bailar swing (¡entre ellos el por qué tienen siempre esa sonrisa de felicidad!). Ambos están relacionados con el próximo festival de Swing de Monachil, donde no pocos de los "alumnos" prometieron no fallar una vez comprobadas en primera persona las cualidades beneficiosas para la salud del swing. El lunes la Befunkbop band recorrió la ciudad con sus coreografiado pasacalles a modo de "saxofonistas de Hamelín" con final también en la playa, pero mucho más lúdico.

No hay dos sin tres

Programa en mano, le tocaba a FERNANDO BEIZTEGUI y sus Culpables dar el cierto inaugural, y por segunda vez en la historia de este festival. Y volverá con seguridad dentro de otros cuatro años, ya que la anterior también le tocó durante el mundial de fútbol; en este caso con la colonia francesa en la costa de celebración total bandera en mano, maquillaje facial tricolor y aliento a Pastís dando alegría a su concierto.

Beiztegui cumple con todos los requisitos para ser un bluesman de pura raza. Lo aprendió de otro igual, Joaquín Sánchez, maestro de maestros y que con el "Niño" Molina ha acunado ya una tercera generación de supertallas. El guitarrista fundó su primera banda en los años noventa: Malayerba Blues Band, formación que se mantuvo una década y con la que actuó en diversos festivales, como el Black Music Festival 2004 en el que fueron teloneros de John Mayall o en el Festival de Jazz de Granada y Tabaco Blues, con Otis Grand y la franquicia Dr. Feelgood. Desde entonces tiene muchos tiros pegados, pero aún más kilómetros entre pecho y espalda, ya que es un trotamundos del blues que vive a caballo de Granada y Madrid haciendo bueno el dicho itinerante del género, acaso por si se encuentra con San Robert Johnson en alguna rotonda de la A-4.

Sus Culpables confesos provienen de distinta procedencia geográfica y, cuando se juntan los cuatro, hacen temblar el suelo. Ocurrió en La Herradura. Con un sonido nítido y poderoso el blues va directo al vientre. El rotundo 'Strange feeling Blues' sirvió de introducción para ir calentando las manos y lubricando el juego de punta-tacón tan propio del aficionado al blues. Beiztegui es una clásico y sus composiciones, como el mencionado o 'Devil's Blues', son ejemplares con hechura de tradición, estándares instantáneos que grabó este mismo en año en compañía de Antonio Travé (otro que tal), pero que podían ser transcripciones de un disco de pizarra perfectamente. Material incandescente de robusto blues urbano, made in Chicago y alrededores, muy al gusto de las bandas de los años setenta, cuando rock y blues se hermanaron. Si bien ninguno de los viejos bluesmen sureños hubieran hecho una pieza tan de por aquí como 'Califa's swing', como tampoco se hubieran acercado a la zona francófona para hacer un regalo a los abanderados aficionados recién ganadores de una estrella futbolera más en el pecho.

Beiztegui tiene una voz grave y rugiente, se atreve incluso a cantar como si no se hubiera inventado el micrófono y por momentos saca de su garganta un vetusto sonido a gramófono que da más solera a lo entonado. La sección de ritmo tiene cualidades pétreas: el baterista es sólido y exacto, mientras que el bajista es una máquina de bombear graves; los dos juntos son de apartarse y dejarlos pasar. El titular trabaja mucho las dinámicas en sus punteos, desde el inapreciable susurro de la cuerda apenas rozada al imponente boogie trotón, rearmado y ferroviario, con caídas de volumen en vertical y arranques en tromba, choque de inercias con las que Beiztegui y los suyos te suben en una suerte de tobogán sensorial, contagiando el primitivo misterio del blues-rock al respetable, incluidos los franceses. Y no fue ajeno a ese empaque el hipo-aullido huracanado del armonicista Cristóbal Oteros, que con una veintena de ejemplares en su maletín cambiaba de voz en cada intervención emparejándose con los punzantes punteos del patrón en picos de absolutamente electrizantes.

Junto a lo que ya había publicado en 'Badlands Blues', remató el concierto acordándose de su mayores: Junior Parker ('Mistery Train'), Jimmy Reed ('Shame, Shame, Shame'), Muddy Waters ('Trouble no more'), Willie Dixon ('My babe'), el patriarca del blues en esos rudos parámetros, que para eso fue campeón de los pesos pesados. It's Only Blues 'n Roll (But I Like It).