VALLE  |  Madrid, 01/05/2018

Aunque solo tiene 48 años, John Frusciante es uno de los mejores guitarristas de la historia del rock. Estoy seguro que lo ha conseguido porque intenta que cada persona que vaya a verle tocar se sienta especial. Una leyenda viva que empezó a ser parte de su banda mucho antes de ser uno de sus componentes. Sí, lo explico. Frusciante era un fan absoluto de los primigenios y no muy conocidos Red Hot Chili Peppers. Él iba a todos sus primeros conciertos en tugurios, luego en garitos y más tarde en salas pequeñas. Así, llegó a tener amistad con algunos de sus integrantes.

Un día Hillel Slovak, el primer guitarrista de los Red Hot Chili Peppers, se le acercó y le preguntó:

- "¿Te seguirían gustando los chilis si fueran tan populares como para tocar en el LA Forum?"

- "No", contestó Frusciante, "eso lo arruinaría todo. Lo bueno de la banda es que la gente no se siente diferente con respecto a ella en absoluto. El público se siente parte de los Red Hot Chili Peppers".

Frusciante no podía imaginar que, poco después de esta conversación, él mismo sustituiría al malogrado Slovak y sería parte de un grupo que él ya sentía como suyo. Sin duda, comprendió que su consigna y su legado era que el público se sintiera especial, como si fuera parte de la banda. Incluso cuando, años más tarde, tocó con Red Hot Chili Peppers en el LA Forum y él fue el máximo responsable de que ese concierto pasara también a la historia del rock como uno de los mejores espectáculos vividos y sentidos.

Esta fórmula de hacernos sentir especiales fue la que emplearon con éxito los pinteños de COSTRAFINA en la presentación de su primer disco el pasado sábado 28 de abril en la sala Siroco de Madrid. Tan clara era su intención que la primera canción que interpretaron fue la dinámica 'Tú cuentas', un tema reivindicativo y social donde nos recuerdan que no solo somos testigos de todo lo que ocurre sino que tenemos algo que decir, que podemos ser importantes. Así, desde el principio, Costrafina nos invitaba a ser parte de la banda y, con una poderosa mezcla de estilos que iban del rock al pop con matices de blues y folk, nos hacían partícipes de todo el show mientras desgranaban las canciones de su primer disco como 'Traje a medida' en la que, aunque arrinconado y en un segundo plano del escenario, Jorge Sevilla no pudo evitar destacar con sus vibrantes punteos de guitarra. Espectacularmente engancharon esta canción con la singular 'Vida sin permiso' en la que, quizás picado con lo que acababa de hacer su hermano, esta vez fue Alberto Sevilla el que punteó vigorosamente con el bajo. ¡Menudo hogar el de los Sevilla!

Al margen del disco y aunque a nadie en la sala se le ocurría mirar el reloj, Costrafina seguidamente nos interpretó la rocanrolera '6 horas' y la con tintes sabineros '5 y 10'. Después invitaron a subir a las tablas a Daniel Alonso que con voz de canalla cantó junto a Pablo Sánchez, voz y guitarra acústica del grupo, una preciosa ranchera. El ritmo de Alfonso Sereno a la segunda guitarra cambió hacia el reggae para que sonara 'Inmortal'. Entonces llegó el momento en que todos fuimos Costrafina. El mencionado, carismático showman y líder de la banda Pablo Sánchez con su peculiar voz rasgada nos hacía bailar y cantar la popular cumbia colombiana 'El pescador' del gran compositor José Barros. Pablo, sabiéndose ya nuestro, reivindicaba con sus palabras y con el mensaje de su camiseta "No es abuso, es violación", la polémica y dolorosa sentencia que a todos nos ha indignado justo antes de que la contundente batería de Antonio Osuna destacara en otro tema rockero nuevo. Costrafina intentó terminar el concierto a lo grande con su maravilloso hit que ya es un himno 'Boquita de piñón'. Pero el resto de la banda, o sea, todo el público congregado en la sala Siroco, les obligó a salir de nuevo. En principio lo hizo solo Pablo Sánchez con su acústica para ofrecernos el momento más íntimo de la velada con su emotivo tema 'Ojalá'. Pero no tardó en volver el espectáculo con todo el grupo en escena para volver a hacernos vibrar interpretando una poderosa versión, 'De nada sirve hacerse mayor', de la gran banda valenciana Los Perros del Boogie. En un generoso y fantástico bis, Costrafina continuaba haciéndonos sentir especiales con temas como '¿Cómo estás?' o 'Riazor'. En este punto, fue con otro de sus extraordinarios solos de saxo en la casi country 'Enero' donde por fin me dí cuenta que el alma de Costrafina no es otro que el jovencísimo y talentoso Gabriel Téllez. El final fue de traca con su canción más cañera, la bailada, cantada y celebrada por todos 'Corre'.

No, no lo hicimos corriendo. Caminábamos despacio y reflexivos porque cuando sales de un concierto en el que una banda con el potencial de Costrafina recoge la consigna del gran John Frusciante y te hace sentir especial, piensas que los problemas se pueden solucionar, que la felicidad no es una utopía y que la chica de tus sueños te puede amar. Sí, ya sé que muchas veces la realidad es más cruda y devora nuestros deseos. Sin embargo, aunque caigamos reiteradamente en el pozo de la decepción, todo puede cambiar si hacemos que cada persona que nos rodea se sienta especial. Si conseguimos que sus risas sean carcajadas, si transformamos en poesía sus sentimientos o si abrimos los labios para besarla con pasión. No puede ser tan difícil. Hagamos que nuestra gente también toque en nuestra banda y que cada uno de ellos pueda ser especial.