JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 07/02/2018

Después de estar dos años en barbecho dedicándose a "recuperar amistades, familia, hábitos más saludables de los de una gira. Y sobre todo dos años para viajar sin hojas de ruta ni horarios y para componer todo el rato", el cántabro RULO (Raúl Gutiérrez) reapareció hace poco más de un año con 'El doble de tu mitad'. Aquí llenó la Copera con una presentación a toda CONTRABANDA bajo un escenario cardíaco. Ahora, en los conciertos del Auditorio Falla, hemos podido palpar su regreso, esta vez con el limitador de potencia activado, y más tapicería a la vista de lo deseable.

Sonar en acústico no es óbice para que el grado de comunicación del de Reinosa se vaya siempre a la zona roja del vúmetro emocional, sea cualquiera el envase porque, como dijo a Ideal: "Es verdad que el directo es lo mío. La sensación de escuchar un disco nunca se acerca a la de vivir un directo, así que a nosotros nos gusta reflejar los diferentes estados de forma de la banda, no hay dos noches iguales".

La actual gira con sabor a madera y espumosos ha tomado el nombre de la canción 'Objetos perdidos'. "Los teatros son otro planeta. Y nosotros muy marcianos", comentaba en su presentación, por eso, para sentirse como en casa, los visten con un bar vetusto y ajado (camarero incluido y WC al fondo a la izquierda, como Dios manda), con aspecto de "saloon" de cualquier film de Leone. Ahí sucedió todo. Previamente como ocurre en esta programación, el respetable había accedido al Auditorio por el montaje con que Cervezas Alhambra recibe a sus clientes: iluminación especial, proyecciones, fotocall... Y un ambiente propicio para asistir a un concierto de los que hacen desaparecer el vacío de la cuarta pared. Porque si algo caracteriza al antiguo cantante de La Fuga es la comunión instantánea con su público (venido de muchos sitios: el "ole tu pisha" que se oyó aquí se dice de otra manera). Gente que contempló cómo el cántabro salía por las butacas para subir al escenario, junto y entre ellos, cortando la cinta inaugural de esta gira. Luego ya aparecerían sus habituales y confidentes de barra Patty, Karlos, Quique y Fito.

Las canciones que llevan la firma de Rulo pertenecen a ese sector de escritos de crianza rock, con arquitectura sonora amable y gustosa, romanticismo cantautoril y escasa encriptación, y por tanto compartibles y accesibles para todos los públicos. Garantía absoluta de llegar a la mitad de la estadística de habitantes del país, y por tanto al corazón del votante medio, ese por el que se pelean todos y solo algunos acceden. Desde la inicial, fundacional y solitaria 'Objetos Perdidos', a 'El vals del adiós', sonaron casi dos docenas de ellas. Todas con un sabor a barrica que benefició los estribillos mayormente amorosos o desamorosos (salvo excepciones como 'Divididos' dedicados a la "gente de corazón oscura que divide el mundo") de temas como 'Venecia sin agua', 'Me quedo contigo', 'Descalzos nuestros pies', 'M' (éstas dos que no suelen tocar en versión 220v), 'Como a veces lo hice...', 'Cabecita loca' o 'La flor'; con esa dicción sentida que recuerda a un Robe Iniesta fresco y sano, franqueza en su relación con los oyentes, y una banda creíble, cómplice y natural con gusto por el sonido del rock sureño.

El ciclo Momentos Alhambra continuará el próximo 7 de abril con Revólver, y posteriormente llegará en mayo David Otero.