KINA JARAÍCES  |  Madrid, 16/12/2017

Esta es una historia de un despertar, de un crecimiento interior. De nuevos caminos creativos que nacen por y para reflexionar sobre el feminismo. Y también sobre nuestra femineidad. Es la historia de MARTA DE LA ROCHA, una pintora que empezó su carrera artística en 1993 y que, desde entonces, ha tocado casi todos los palos pictóricos: retratos, collage, dibujos, ilustración publicitaria, pop art y arte abstracto. Pero en su vida y en su portfolio siempre hubo una motivación clave: el arte y la mujer. Una pasión ahora convertida en una serie de pinturas que abre un diálogo sobre el papel de las féminas en la sociedad.

"A las mujeres nos educan en la inseguridad. Necesitamos tiempo, educación y reflexión -en mi caso a través del arte- para darnos cuenta, que podemos vivir con plenitud, seguridad y sentido reivindicativo".

Después de realizar un doctorado sobre el dibujo autobiográfico como constructor de la feminidad decide dar a sus pinceles un protagonismo absolutamente femenino a través de dos figuras: las geishas y las súper heroínas extraídas de comics de todo el mundo. La primera hace referencia a la persona artística (Gei quiere decir arte, habilidad, y Sha significa persona), mientras que la segunda alude a la diversidad a través de heroínas de todas las razas y lugares. "Por un lado, creo un mundo de tranquilidad, de sumisión, de paz... Pero al mismo tiempo muestro un universo de poder, de fuerza, de aventura... Aunque en realidad estas figuras se funden porque nosotras somos todo eso", apunta la pintora madrileña.

Estas descontextualizadas protagonistas femeninas están llenas de pequeños detalles que guardan mensajes a través de guiños y códigos. Para llegar a sus historias hay que saber mirar con sentido del humor, con ironía, con espíritu crítico. Así, en los tejidos de los kimonos, la artista en lugar de colocar las marcas de lujo de la ropa, ubica logos y nombres de marcas comerciales populares que hacen referencia a las labores domésticas, de cuidado o de maternidad.

La reinterpretación de este universo, inspirado en los grabados japoneses del siglo XVII al XX, en el tratamiento del vacío y, como ya hemos señalado, en el comic, se plasma, en su inmensa mayoría, a través de la técnica de la acuarela. "Es donde más cómoda me siento, donde mejor me expreso", puntualiza Marta. "Sin embargo, está peor considerada que la técnica al acrílico y al óleo ya que usa el papel como soporte y está asociado al dibujo. Pero, para mí, el meticuloso trabajo en acuarela es equiparable con el también minucioso trabajo doméstico, que es fundamental para el mantenimiento económico de la familia y de la sociedad, y que, sin embargo, también está infravalorado. Resulta curioso que la acuarela sea una técnica sobre la que no se puede rectificar y que, sin embargo, el mundo del arte le de más prestigio al óleo y al acrílico, que siempre se pueden corregir. Habría que reflexionar sobre quién ha tomado esa decisión...", concluye Marta.

Con esta serie Marta dice que ha vuelto a sus orígenes, a sus inicios, a sentirse libre. A ser ella misma por encima de la madre, de la cuidadora, de la trabajadora, de la esposa. Arte y mujer es también la historia de todas y cada una de nosotras, geishas y heroínas. Y, aunque parezca repetitivo y sacado de un artículo del día 8 de marzo, no puedo terminar este artículo sin hacer eco de su consejo: "no podemos enfrentarnos y competir entre nosotras. Todos los enfrentamientos a los que nos sometemos nos los han inculcado. Reivindico la hermandad entre las mujeres".