EDUARDO TÉBAR  |  Granada, 12/03/2010

La escena granadina tiene la asombrosa capacidad de renovarse generación tras generación. Siempre ocurre. Desde que llegó la primera guitarra eléctrica a esta ciudad, hace medio siglo. También extraña y reconforta, a la vez, la irrupción de jóvenes valores. Y más ahora, en el inicio de una nueva década. Un decenio sin identidad musical todavía, pero que arranca en pleno auge global del neofolk. PÁJARO JACK, el dúo integrado por los imberbes Jaime Beltrán y Fran Ocete, empieza a volar con firmeza sobre ese cielo de armonías etéreas que Simon y Garfunkel reflejaron en las gafas de sol de Dustin Hoffman. Llevan varias semanas mostrando 'Las luces', ep tutelado en la máquinas por Paul Grau y autoeditado como carta de presentación por los garitos de la ciudad. El pasado miércoles, en Peatón. La próxima cita, el 8 de abril, con Polack en Planta Baja.

El éxito masivo de Fleet Foxes produce estos efectos secundarios. Pájaro Jack comparten referencias con la banda de Seattle, así como la condición de novicios insultantemente maduros para su edad. Sus voces empastan como planchas clisadas. Y las canciones oscilan entre reflexiones acerca de la espaciotemporalidad cotidiana y los parpadeos sarcásticos en temas como 'Cosmética platónica'. Todo filtrado por el conveniente sil acústico de guitarras, banjos o, si se tercia, incluso acordeones. Resulta inevitable: esas maneras abstraídas y sus texturas añejas retrotraen los tormentos de Nick Drake, los esbozos cantautoriles del primer Donovan y aquellos paisajes oníricos de Fairport Covention o H.P. Lovecraft. Si continúan por esta senda, tal vez graben un día su particular 'Surrealistic pillow'. Aunque, sonando en castellano, la memoria selectiva de los mayores les traslada a las coordenadas dylanianas de Rodrigo García o José María Guzmán. No está mal para comenzar, ¿no?