JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 25/05/2012

Un concierto de LUIS PASTOR siempre es una muy buena noticia. El cantautor extremeño es de esos raros creadores que es pura comunicación, generalmente también entusiasmo, y contagia alegría y un positivismo vital como si viniera en tabletas. Pura vida. Lo podrán comprobar en La Tertulia (sábado 26, 21h). Juglar de barrio en los 70 (sus tres primeros discos, 'Fidelidad', 'Vallecas' y 'Nacimos para ser libres' son insuperables) reivindicativo y popular, pasó por numerosas fases desde la política y vecinal a la filoroquera y hasta televisiva, pero el tiempo ha ido afilando su sensibilidad, yendo hacia un refinamiento exquisito y abrasante. Un poco desdibujado en la década de los noventa, con posterioridad se acerca por fin al sitio popular que se merece, de respeto y fabricando artesanales canciones de una belleza sobrecogedora.

Y no exentas de humor (o cabreo, según se mire). Ya le escuchamos un avance de la canción '¿Qué fue de los cantautores?' en el festival homenaje y recuerdo a Carlos Cano, pero ya es el título entero de su último disco. Enlazando el "spoken word" con el romancero tradicional, el siglo XXI con el XVI, el cantautor extremeño, que nunca ha renegado de su condición, da un repaso, en todos los sentidos, a la historia de la canción de autor desde sus comienzos en los 60. Han pasado cuatro décadas y 20 discos desde sus comienzos y, a punto de cumplir los 60 años (en diez días), Luis Pastor se mantiene leal al título de su primer álbum. Fiel a una actitud, a unos principios, a un compromiso y a una manera abierta de hacer música: "Aquí me tienen señores, aún vivito y coleando, y en estos versos cantando, nuestras verdades de ayer, que salpican el presente, y la mierda pestilente, que trepa por nuestros pies". Sólo se puede decir más fuerte.