JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 02/04/2012

El lema publicitario de unos cursos por correspondencia que aseguraban un futuro próspero aprendiendo a arreglar radios de válvulas y transistores es perfecto también para describir el pop retrofuturista marca Feber de AVIADOR DRO, casa fundada en 1979.

De los obreros especializados iniciales, como operarios contemporáneos con derecho a veinte días de indemnización, solo quedan Servando Carballar (Biovac) y Marta "Arcoiris", aunque al fondo del escenario se distinguía en la penumbra la figura de Mario Gil (La Mode), en este puesto de trabajo conocido por Genocider F15. Superadas ya las tres décadas predicando en el espacio, Biovac y Marta siguen fieles a ese sentido ligero e inocente de los primitivos sonidos sintéticos de los Ataris fósiles, paleoelectrónica de juguete de kit instrumental de automontaje, tocado con apenas dos dedos en unos tiempos tan felizmente ingenuos como cargados de ilusiones que nunca fueron y tampoco volverán a ser. Y aunque usen tecnología contemporánea, si bien al final aprietan un poco la presión, están muy lejos de la brutalidad auditiva a la que han llegado algunas de las formaciones posteriores electrocutadas por el ordenador. También mantienen su fijación por los padres de la cosa, los alemanes Kraftwerk en los presupuestos melódicos, Neu por la parte más accidentada y Devo en estética y atrezzo.

El caso es que ahora ir a un concierto de Aviadro Dro (y fueron muchos, que se llenó el Planta Baja en plenas vacaciones de Semana Santa) tiene algo de encuentro generacional en la que todos nos vemos con buenos ojos, escuchamos una dosis de sonidos sintéticos llenos de candor y coreamos estribillos revolucionariamente tan bienintencionados como ¿ahora humorísticos? en un acto casi más festivo que concertístico.

El éxito masivo les esquivó en su momento (apenas 'Programa en espiral' llegó a trascender, aunque hicieron muchos festivales ¡como el heavy de Motril!) y a lo mejor canciones como 'La televisión es nutritiva', 'Otro mundo es mejor', 'Selector de frecuencias' , 'Telepatía' o la impagable 'Nuclear sí' (¡¡¡¡Por su puesto!!!!), que no se achicharraron por falta de fuego entonces, apenas maquilladas ahora con la sofisticación contemporánea, mantienen una peculiar lozanía amigable en la que uno sólo echa de menos las guitarras completamente desterradas en esta nueva formación de cabina del Aviador. Pero uno no va a una fiesta a sacar faltas, porque las completa el propio oyente, parte indispensable (e inagotable: ¡no se querían ir!) de su concierto. "Asimila el sentido de tu vida sistematizada, sé feliz", proclamaban. En eso estamos.