JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 25/03/2012

La primera vez que la guitarra de ROSENDO pisó Granada fue en en la recoleta aula magna de la Facultad de Ciencias, por entonces todavía no sabíamos qué era de eso de votar con uve. Ya entonces el periódico que más se leía era el Marca, como ahora, así que tampoco hemos cambiado tanto. Salvo para Don Rosendo Mercado, que pisa ahora palacios, y de congresos; en nada (y unos cuantos Marcas más vendidos) igual lo hace en el Teatro Real, todo un acontecimiento histórico, pero cuya acústica para el rock (y demás músicas amplificadas) es tan imposible como la de todos los recintos que ahora albergan conciertos para llenar su calendario excesivamente magro.

Al público (media entrada larga el pasado día 17 en su actuación en el Palacio de Congresos de Granada) le da igual, y al poco rato ya está de pie y solo se sienta para descasar, aprovechando la excepcionalidad ¡hasta para hacerse fotos con las azafatas de la sala! Y es que "Rosendo" y "congreso" eran dos palabras difícil de encajar en la misma frase, hasta ahora. Por otro lado, una excelente oportunidad para observar y escuchar con más concentración su (excelente) trabajo instrumental y seguir con más detalle sus abracadabrantes letras.

La puesta en escena fue tan escasa que se puede decir que no hubo: el equipo mínimo y nada más, a mitad de concierto, durante unos misteriosos minutos se proyectó la imagen de un edificio, y ya. Lo que unido a la mudez y la proverbial austeridad de nuestro hombre nos remite a que lo importante para él siempre son y serán las canciones. Y de estas hubo para más de dos horas, y no siempre las obligatorias.

Rosendo, Rafa Vegas y Mariano Montero, el trío habitual, cogieron pronto el régimen de crucero, ese ritmo trotón marca de la casa y así fueron cayendo capítulos: 'Diferente eso sí', 'No son gigantes', 'Voluntad pasiva', 'La cera que arde', 'Cada día'... antes de que el blusazo de 'Mala vida', 'De pulmón', y, sobre todo, a 'La sombra de una mentira' refrescara la memoria sobre las (muy) buenas canciones que han hecho, esta última todo un himno. Llama la atención que 'Entre las cejas' "dedicada a los de mi quinta" levantara (siga levantando) la ovación más apretada de la noche y que arrecieran los coros de "Leño, Leño" casi treinta años después de la extinción de la marca.

Con una energética (en las proporciones rosendianas) versión de 'Lo que tú y yo sabemos' de Nacha Pop encararon un más brioso final de concierto, al que se le pueden poner muchas faltas (lo que pasa cuando se tienen tantos discos) pero resulta un sprint perfectamente ordenado con 'Flojos de pantalón', 'Canciones para normales...', el karaokeable estribillo de 'Masculino singular' (ideal para sustituir al 'Asturias patria querida' en los momentos críticos), 'Loco por incordiar' y, por supuesto, 'Agradecido'. Porque Don Rosendo es un buen nacido, en Carabachel por supuesto, donde tiene calle (no como aquí con Lapido, por ejemplo) y es embajador vitalicio. Nuestros respetos, maestro.