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Teatro Galo Real | Teatro Lagrada
En 'El Montaplatos', dos hombres viven en una habitación miserablemente amueblada que no tiene ni siquiera las facilidades indispensables para hacer el té. Los hombres discuten acerca de equipos de fútbol y de noticias de prensa.
El Teatro Lagrada de Madrid continúa con su ciclo dedicado al dramaturgo británico Harold Pinter y, de este modo, entre el 10 y el 20 de noviembre (jueves a sábado a las 21:00h. y domingos a las 20:00h.), pone en escena el montaje que de 'EL MONTAPLATOS' ha hecho la compañía Teatro Galo Real, bajo la dirección de Tamzin Townsend y con la interpretación de los actores Jordi Aguilar e Iván Luis.
Pinter es uno de los autores teatrales más importantes del siglo XX y 'El Montaplatos' refleja fielmente todo el universo que plasma en sus obras, el temor a lo desconocido, el poder, la sumisión, la intrusion, etc., en una obra que muy pocas veces han sido representadas en nuestro país.
El propio Pinter ha indicado que su objetivo es observar lo que le ocurre a la gente. Para conseguirlo suele elegir como imagen central una habitación -una habitación ordinaria- y la hace servir de microcosmos representativo del mundo. Dentro de la habitación los personajes se sienten a salvo. Fuera están las fuerzas extrañas; en el interior todo es calor y luz. Es una especie de matriz en que uno puede considerarse seguro. El conflicto sobreviene cuando alguna fuerza exterior irrumpe en la habitación y pulveriza la artificial seguridad de sus ocupantes. El papel de Pinter es el de un observador desapasionado, y gran parte de la aparente dificultad de sus obras deriva del hecho de que escribe como si estuviera auscultando mentalmente a sus personajes y transcribiendo hasta sus pensamientos más incoherentes.
Asesinos a sueldo.
En 'El Montaplatos', dos hombres viven en una habitación miserablemente amueblada que no tiene ni siquiera las facilidades indispensables para hacer el té. Los hombres discuten acerca de equipos de fútbol y de noticias de prensa. A medida que se desarrolla el diálogo, Pinter se las arregla para darnos a entender, con notable pericia, que se trata de dos asesinos a sueldo, al servicio de una misteriosa organización.
Pasan el tiempo en habitaciones, a donde se les envía para que esperen órdenes. Se sienten a salvo en su refugio, aunque la certidumbre de que pronto tendrán que salir hace que se pongan nerviosos ante cualquier signo de una posible intrusión. Hay un efecto realmente sobrecogedor cuando se oyen pisadas que se aproximan a la puerta. Alguien desliza un sobre por la ranura, y los pasos vuelven a alejarse. Los pistoleros enfundan sus revólveres y respiran tranquilos. Siguen charlando, y de pronto empieza a funcionar un montaplatos que está al fondo de la habitación. En él encuentran una nota de restaurante, por lo que llegan a la conclusión de que deben hallarse en lo que era antes la cocina. Ben y Gus registran frenéticamente sus bolsillos y meten en el montaplatos toda la comida que tienen. El montaplatos vuelve a bajar una y otra vez, siempre con pedidos cada vez más extravagantes de comidas exóticas. Pinter aprovecha al máximo este recurso del absurdo, pues lo utiliza para acentuar el contraste con su clímax horrorífico.
La influencia de Samuel Beckett.
La obra de Pinter está fuertemente influenciada por Samuel Beckett. En sus textos el tratamiento de las pausas y los silencios, así como de la violencia del lenguaje, está cuidadosamente tratado para conseguir efecto teatral revolucionario. Según Pinter, el discurso está diseñado para cubrir la desnudez del silencio, y este propósito es evidente en el dialogo entre Gus y Ben.
Gus y Ben son dos personajes de clase social baja, pero con diferencias entre ellos. Podríamos identificarles como una pareja de payasos, en la que Ben sería el "clown carablanca" que está al mando, representa el poder y el orden, el mundo adulto en definitiva, y Gus sería el "augusto", es decir, el caos, la libertad, las travesuras o el mundo infantil. Este estatus no es fijo a lo largo de toda la obra sino que en ciertos momentos se intercambia adquiriendo los personajes el rol de su interlocutor. Gus y Ben serían como Vladimir y Estragón que esperan a un Godot que no aparece en toda la obra.
El autor.
Harold Pinter (Londres, 1930) es un dramaturgo y poeta británico, considerado el máximo exponente del arte dramático inglés de la segunda mitad del siglo XX, Premio Nobel de Literatura en 2005. Saltó a la fama con su obra teatral 'La habitación (The room)' (1957). Más tarde, el la época de esta 'El montaplatos (The dumb waiter)' (1960), aparecieron títulos como 'La fiesta de cumpleaños (The birthday party)' (1958), 'El portero (The caretaker)', 'Un ligero malestar (A sligh ache)' (1959), su única novela 'Los enanos (The dwarfs)' (1960), 'Una noche fuera (A night out)' (1960) o 'La colección' (1961).
El director.
Tamzin Townsend es una de las directoras de más reconocido prestigio en el panorama teatral español. De origen inglés (Liverpool) se instaló en Barcelona en 1992 y desde entonces ha trabajado como profesora de interpretación y como directora en numerosas producciones teatrales. Ya afincada en Madrid, todos sus últimos montajes consiguen un enorme éxito de crítica y público. También ha realizado ayudantías de dirección en diferentes óperas como 'La Favorita', 'Billybudd', 'Don Carlo' o 'El Barbero de Sevilla' en el Liceo de Barcelona.
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