EDUARDO TÉBAR  |  Granada, 09/02/2010

Tachuelas, rímel y pelo cardado. RHINO BUCKET conservan el surtido de tópicos del sleaze angelino de los ochenta. Incluso las letras de sus últimas canciones se enroscan en los estereotipos macarras del 'Bienvenido a la jungla': "Busco algo de dinero/ vivo en una pocilga/ pillo a una tía/ ella ya tiene su especia/ estás en la ciudad más dura". No hay mucho que dilucidar en las historias del hard-rock que en su día reinó sobre los luminosos de Sunset Strip. Y sus fans, tribales y militantes a muerte, lo saben. "Se trata de rockear, tío", comentaba un gaditano mientras hacía air guitar en la sala Sugarpop de Granada. No era el único entre el público procedente de distintos puntos de Andalucía occidental en una lluviosa noche de lunes. Chapó a la fidelidad de la tropa para contemplar el directo de estos viejos secundarios de una escena amarrada a Faster Pussycat, L. A. Guns y Junkyard.

¿Trivialidades? Muchas. Pero nadie puede objetar el oficio y el buen hacer del grupo liderado por Georg Dolivo. Sus pronunciadas ojeras delataban el ritmo estrepitoso de viajes, conciertos y alcohol en esta gira de renacimiento. Justo cuando cumplen dos décadas en activo, publican el que para muchos es uno de los mejores álbumes de su palo en el último año, 'The hardest town'. Lanzamiento que sucede a su participación en el agasajado filme de recuperación de Mickey Rourke.

Los estadounidenses exprimen una fórmula tan manida como rentable. Riffs infecciosos, estribillos trogloditas. Y la voz Dolivo, esencial en este tinglado. El perfil de cañonazos díscolos de Bon Scott. De hecho, la sombra de AC/DC inunda esta última etapa. De los australianos venía en 1994 el batería Simon Wright, reincorporado ahora con impetuosidad añadida. Frente a un equipo más propio de Keith Moon que de Matt Sorum, Wright eleva de forma notable la adrenalina de los nuevos temas en vivo. Piezas como 'Street to street', 'I was told' o las longevas 'One night stand' y 'Ride the rhino' sonaron más vigentes que nunca.