JUAN JESÚS GARCÍA  |  Salobreña (Granada), 17/08/2011

Cerca de los dos millares de personas apoyaron con su presencia otro de los festivales que este año se han realizado "in extremis": las Nuevas Tendencias de Salobreña. Fue una edición de cumpleaños, pero con la piñata vacía y el programa reducido a la única presencia de INCOGNITO; pero eso sí, con la esperanza de volver a tiempos más generosos, que regresarán. A modo de valor añadido, NTS ha recuperado la altura, no artística que de esa es garantía esta casa (fundada en 1991), sino la física, ya que ha vuelto al entorno del castillo, concretamente al Paseo de la Flores, impresionante mirador lateral y natural de casi 270º de visión, por no hablar de las virtudes terapéuticas derivadas de tener que trepar hasta allí arriba.

Entre el "de San Fernando" y el bus oficial muchísimas personas subieron hasta llenar el recinto habilitado. La ocasión lo merecía puesto que Incognito es una de las referencias en los bailables de las tres últimas décadas, y también porque el NTS se ha convertido en un punto de encuentro generacional de la costa donde los maduritos/as interesantes se van (nos vamos) viendo de año en año, y mucho más positivo, dónde va a parar, que las cada vez más frecuentes citas obligadas por las bajas en la promoción. Ya lo dijo el socio fundador de este grupo "el funk es la celebración de la vida" y de eso se trataba. Maunick, guitarrista pero sobre todo director de orquesta (en todas sus extensiones) procede de las islas Mauricio, y se ha rodeado de lo que llama las "United Nations of Incognito", con gente de Trinidad y Tobago, Alemania, Jamaica, Italia, Sri Lanka... todos de un nivel de alto para arriba y poseídos por el "power" del "groove".

El grupo lo forman diez músicos con tres cantantes en formación, dos enraizadas, las de Imanny y Vanessa Haynes, y la lisa de Mo Brandis, cuya finura y untuosidad contrasta con su recio origen teutón. Tres son también los extraordinarios vientos (deslumbrantes el trombonista y el tenor), y el resto lo dirige el guitarrista de muñeca-muelle desde el extremo izquierdo sin protagonismos innecesarios. Maunick aseguró que quiere retomar el espíritu de 'Jazz Funk', el disco con el que se despejó la incógnita del "acid jazz", o de cómo el funk cerró el bucle de nuevo para volver a ser "in" tras una década relegado a los circuitos retroblack. Robustas interpretaciones de piezas como 'Low Down', 'Always Theme' o 'Talkin' loud' son ejemplos suficientes (por redundantes) de estos conceptos de antológicos bailables negros de club, con zonas de libre improvisación y el destello cegador de unos metales sin limitador de decibelios. Piezas irremediablemente físicas, que antes ya de empezar habían levantado al gentío preparado para gastar suela, y que pudieron haber durado una, como dos, tres o más horas habida cuenta de su poder narcótico. Entre medias bromas imitando a Stevie Wonder, un solo de de EWI a modo de vocoder (¡por Rihanna!), un tributo a Michael Jackson (con un niño bailando break, ¿acaso el mismo que se subió con Mavis Staples en Jazz en la Costa?)... y tanto baile que en el punto de avituallamiento oficial se acabó la cerveza a la media hora.

"Música para celebrar la vida frente a las noticias de los medios, porque para nosotros no tienen importancia las diferencias de color, de edad o de religión... somos una nación ¡Groove y paz!", clamó eufórico Jean Paul Maunick desde el púlpito, segundos antes de que el 'One love' de San Bob Marley fuera coreada con el mismo fervor que el "con flores a María" por la primavera. Felicidad, sonrisas, paz (hermanos)... y la tranquilidad de que todo lo que sube, luego afortunadamente baja.