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Stefano Bollani | I Visionari | Nico Gori
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Jazz en la Costa | Parque El Majuelo
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Aun sin prescindir del todo de su concepto gamberro de la música y la vida, la sesión tuvo fases completamente centrífugas.
Al jazz italiano le sucede como al español, que salvo algunos nombres propios le cuesta salir de sus fronteras, y son los Fresu, Rava, Batatista, Bollani, etc., las puntas de lanza del sector. Si la memoria no falla, desde la visita de Romano Mussolini (sí, su hijo, pianista), hacía 25 años que ningún "tano" había estado por un festival de jazz granadino hasta que precisamente Bollani llegara hace varias temporadas, y de carambola (sustituyó a su padrino Rava). Tras aquel concierto del ahijado del trompetista (se cuenta que le dijo sabiamente: "ahora que eres joven y no tienes responsabilidades deja el pop e inténtalo con el jazz") terminábamos entonces asegurando que sería el comienzo de su leyenda, de pianista de todos los mares, incluso los de la luna. En Jazz en la Costa, aunque la sorpresa fue menor, mucho mayor sería el calado medio de lo escuchado, a veces abismal. De alguna manera el buenhumorado concierto granadino hubiese ido mejor en El Majuelo, un escenario con más tentaciones de dispersión, y el más complicado del martes encajaba perfecto para el Teatro Isabel la Católica, que permite mayor nivel de concentración.
Aun sin prescindir del todo de su concepto gamberro de la música y la vida, la sesión de STEFANO BOLLANI & I VISIONARI tuvo fases completamente centrífugas, en las que uno se iba al centro del huracán o era arrojado a su exterior, porque salvo alguna broma explícita aparte (e implícita al principio) el resto de su actuación fue compleja y de una altísimo nivel del elaboración, dialogo interior y ejecución. Bollani es un músico de jazz en el sentido inverso al enunciado por Alessandro Baricco ('Novecento, la leyenda del pianista de los océanos'), en su caso "si tocas de todo, estás tocando jazz". Y todo es todo, y los mares los siete.
'A new minicoach', la primera, fue la quintaesencia de I Visionari, un ordenado totum revolutum, no se sabe si en serio del todo, con apariencia de partitura para cine mudo y tanto de Carosne como de Fellini; contó con una extraordinaria intervención -como las demás- del clarinetista Nico Gori, un tipo con luz vivaldiana cuya fluidez tocando es casi líquida. A partir de ahí la noche se fue enrevesando, sofisticando y complicando su diseño interior, con reminiscencias clásicas, contemporáneas y quiebros casi free, disonancias y, de pronto, stop, un acento cómico. Material sólo apto para ser construido por un personal tan íntimamente relacionado que requiere complicidad univitelina.
El público aguantó el envite y supo reconocer el excelente trabajo de los italianos. Bollani finalizó descomprimiendo, emulando a Modugno ('Che cosa sono'..., de la película de Pasolini) y con 'Hamburg Boogaloo', su celebre correquetepillo en plan "danza del sable" que nunca suele faltar en sus conciertos con I Visionari para despedirse con viento de aplausos por popa. La leyenda continúa.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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