JUAN JESÚS GARCÍA  |  Madrid, 24/04/2011

Cuando en ciudades como Granada hay salas de música pendientes de la guillotina y cada semana la Administración Local sanciona a un par más, una docena de nombres históricos de la música de nuestro país, en muchos casos disueltos hace años, se reunirán para actuar por una noche en recuerdo de uno de los espacios que ha sido modelo de cómo hay que hacer cultura desde la música: El Agapo. Fue un pequeño local en pleno corazón de Malasaña, catalizador del latir de la ciudad desde mediados de los 80 a mediados de los 90. En su escenario entrenaron grupos que llevaron la música y el nombre de Madrid por medio mundo. El 'Agapo Flashback Experience' (8 de mayo en la Rockitchen, Madrid) es una cariñosa mirada atrás, una celebración de los 26 años del club por una noche en la que comparecerán una nómina impensable salvo por semejante enseña: Enemigos, Sex Museum, Ruedas, UVI, Coronas, Espasmódicos, Sex Tatoo, Macana, Cañones y Mantequilla, J. Teixi Band (Mermelada), Glutamato Yeyé, Ana Curra, Bartrina-Malevaje, Nativos y una tropa infinita de pinchas... ÁLVARO RUIZ fue uno de sus fundadores, y explica el éxito el local casi veinte años después de cerrar incluso. De leyenda.

- ¿Qué tenía aquel espacio de diferente?

- Primeramente los conciertos. Montábamos una programación que el primer año era casi todos los días y que a partir del segundo año se concentró, principalmente, en los fines de semana. Segundo, la música que programábamos desde la cabina, poco complacientes con las peticiones del público porque nos empeñábamos en buscar y rebuscar en las tiendas de música tanto el rock y el garaje de los 50', 60' y 70'. Y tercero, el horario del local. Abríamos a las 21h. y estábamos abiertos hasta las 6 de la mañana.

- ¿Qué papel cumple (cumplió) una sala de este tipo?

- El escenario de una sala así es uno de los primeros pasos en el desarrollo de nuevos músicos y grupos porque se presentan de una manera cercana, casi íntima, ante un público participativo y con buen paladar para la música.

- Hay ciudades y países donde estos recintos se apoyan como patrimonio cultural a muerte, aquí... ¿en esto también somos diferentes?

- Si no se apoya la existencia de este tipo de locales, difícilmente se puede apoyar el desarrollo de jóvenes valores y nuevas propuestas musicales. El concepto de pequeño Club que mantiene una programación arriesgada alimenta la creación y desarrollo de una escena creativa emergente fundamental para la renovación musical y de la cultura en general. En España da la sensación de que todo lo que rodea a la música que no es la de éxito y comercialidad es cosa de "mala gente", de negocio turbio, de gente con pocas ganas de trabajar.

- En Granada han condenado a 2 años y medio de cárcel al propietario de una sala por hacer conciertos...

- Un nuevo y desgraciado exponente de la hipocresía oficial y la incongruencia administrativa. Son ese tipo de medidas y sentencias las que demuestran el escaso interés de las administraciones por la cultura.

- ¿Piensan que hay "otros Agapos" o con él se acabó la especie?

- Me consta que aún quedan algunos locales de este tipo. También me consta que están en permanente lucha con la precariedad del negocio por un lado, esa incoherencia de las administraciones locales por otro y contra la dispersión en los gustos de la gente para disfrutar de su tiempo de ocio. Las circunstancias que rodearon el Agapo y la confluencia de la gente que protagonizó sus conciertos y noches de rock'n'roll sí que no se podrán repetir.