ARTISTAS, GRUPOS...:
Manuel González Gil | Michel Tremblay | Miguel Ángel Solá | Blanca Oteyza
GÉNEROS, ESTILOS...:
SALAS, FESTIVALES...:
SELLOS, DISTRIBUIDORAS, EDITORAS, PROMOTORAS...:
![]() | ![]() | ![]() |
El resultado final no podría entenderse sin la soberbia dirección de Manuel González Gil que consigue una total empatía entre el espectador y los personajes.
'POR EL PLACER DE VOLVER A VERLA' nos sumerge en la presencia vital de alguien insustituible, alguien único, presente a lo largo y ancho de nuestra vida, nuestra madre. Nuestra madre en mayúsculas, en términos de relación, mas allá del primer grado de consanguinidad. Así Miguel Ángel Solá (quien se muestra magistral en los diferentes cambios de registro, de roles y de edades que interpreta) en el papel de Miguel, nos invita en un escenario vacío, a ser partícipes del discurrir de su vida, jugando a narrar como creador de la obra que presenciamos y a interpretarse a sí mismo desde su más tierna infancia hasta la vida adulta, bajo el paraguas y la presencia de Nana, su madre. Una madre natural, parlanchina, cariñosa, dulce, sabia, disciplinada y exagerada en sus enfados, bien llevada por Blanca Oteyza que imprime el carácter que necesita el personaje. La trama aborda, de esta manera, una serie de escenas entre cotidianas y transcendentes que provocan unos diálogos entrañables, discusiones existencialistas, debates cálidos, que son aprovechados por Miguel y Blanca para crear unas situaciones que no por ingeniosas dejan de tener un sabor cómico a la vez que emotivo, humano y reflexivo.
Con un emocionante texto de Michel Tremblay, sencillo y auténtico, solo dos actores, un ciclorama que aporta un color diferente a cada escena y un atrezzo mínimo se da soporte a unas interpretaciones que logran transmitir sutilmente unas fuertes emociones tanto a través del lenguaje corporal, desarrollado con total naturalidad y credibilidad, como de una proyección vocal que consigue adaptar de forma soberbia la modulación de la voz a cada momento en que se sitúa la escena, ya sea alegre, triste, de abatimiento... La música, suave, y dulce, envuelve el escenario con una sutileza acorde a la ternura de la historia. El espectador no puede abstraerse y dejar de rememorar su infancia, su adolescencia y su madurez con la presencia de cada una de nuestras madres en cada etapa vivida.
El resultado final no podría entenderse sin la soberbia dirección de Manuel González Gil que consigue una total empatía entre el espectador y los personajes, como si la cuarta pared no existiese.
Anuncio de Google Ads //// ANÚNCIATE AQUÍ
Prometemos no ponernos pesados... ;)
Anuncio de Google Ads //// ANÚNCIATE AQUÍ
Anuncio de Google Ads //// ANÚNCIATE AQUÍ