MIGUEL ANTONIO HURTADO  |  Madrid, 12/03/2011

Si alguien en algún momento pudo pensar que el musical 'AVENUE Q' se trata de un espectáculo familiar destinado a un entretenimiento dentro de lo políticamente correcto se equivoca de plano. 'Avenue Q' es un ácido montaje, lleno de sarcasmo y humor que nos saca mas de una risa y a su vez más de una reflexión. La brillante dirección de Yllana pone sobre la escena del Nuevo Teatro Alcalá de Madrid una fusión de actores y muñecos, visibles e indivisibles, de tal forma que el actor canta, baila y maneja el muñeco de forma abierta, evidente y manifiesta.

La adaptación española de este espectáculo surgido en Broadway en el 2003 cuenta con un brillante elenco de actores que van desde el genial Ángel Padilla (Pricetone/Rod), la inconmensurable Inma Mira (Kate/Lucy la Guarra), a los polifacéticos Leo Rivera (Trekkie/Osito Azul/Nicki) y Pablo Muñoz (Brian), a los que se unen Tahis Curia (Merry Christmas), Noemí Gallego (Swing/Osito Rosa) y Maika Sitte (Gary Coleman). La dirección musical corre de la mano del bonaerense afincado en España Julio Awad, que consigue un sonido de primera.

La escenografía está totalmente integrada creando desde el Empire State, hasta un club nocturno, un dormitorio o un barrio, de una manera funcional sin movimiento escénico para conseguir cada situación.

'Avenue Q' es una lugar donde conviven los fracasos, los deseos, las metas, las ilusiones, los sueños, los miedos de unos variopintos, irónicos y mordaces personajes. Una convivencia que, a pesar de las diferencias, encuentros y desencuentros, se desarrolla en armonía (la misma que muestra unas piernas de carne y hueso conjugadas con unos brazos de trapo).

Princeton será el hilo conductor de la trama, un estudiante recién salido de la Universidad que llega a Avenue Q dispuesto a encontrar su meta en la vida. Topará con Kate Monster la cara amable, bondadosa y enamoradiza del barrio a pesar de su origen "monstruoso". Rod dará el toque "facha" y reprimido de un gay que está por salir del armario a pesar de lo obvio de su condición sexual y su enamoramiento del jeta Nicky, con quien comparte apartamento. Merry Christmas es la consejera japonesa amiga de todos y esposa del humorista fracasado Brian, ambos buscan el triunfo que la realidad les niega. Dos ositos de trapo aportaran el lado juerguista y frívolo. Lucy La Guarra paseará sus dotes sensuales y seductores junto con su estilo de mujer tan fatal como irresistible. Trekkie Monster es porno puro y duro. Gary Coleman, aquel afable prodigio televisivo "Arnold", arruinado y estafado por sus propios padres, prisionero de su personaje, desdichado y funesto en la vida que tan trágico final le reservó, aquí será convertido en el responsable de mantenimiento de permanente sonrisa.

Las canciones giran entre la burla de 'Qué mierda ser yo' (que se tornará en 'Qué mierda ser tú' cuando aparece Gary), el miedo social de Rod en 'Si tú fueras gay', el desenfado y realismo (fuera complejos) de 'Internet es porno', la falta de complejos para admitir que 'Todo el mundo es poco racista', la picardía de 'Special', la mofa de la desgracia ajena 'Schadenfreude', la generosidad de 'Canción del dinero', la utopía de 'Meta', el romanticismo de 'Mix Tape', el eclecticismo de 'Hay una línea fina, fina' y la simpatía de 'Cuanto más amas a alguien'.

Dos horas, con un intermedio de quince minutos, de risas y disfrute con el sentido del humor como protagonista, en un espectáculo diferente que indudablemente merece la pena ver y que de ninguna de las maneras nos dejará indiferentes, interpretativamente impecable, musicalmente soberbia y escénicamente conseguida.