JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 03/03/2011

Estará sucia la zona, que así se llama su disco, pero nunca antes hasta la fecha el músico asturiano había tendido semejante recepción a sus canciones. La edición de su último trabajo, escoltado con la reedición de buena parte de su catálogo en vinilo, le ha hecho subir por las listas de ventas convencionales hasta el tercer puesto, curiosamente el mismo que ocupó hace poco Christina Rosenvinge (gracias a 'La joven Dolores'), con la que pasó aquel 'Verano fatal'. Guste más o menos, el exManta Ray (que igual que hay quien adora su microcosmos emocional, hay a quien irrita el timbre metálico con que lo expresa) que un tipo así desplace al prototipo de cantante de consumo como Dani Martín indica que este país no es lo que quiere que parezca. Si la gira de estreno ha comenzado a lleno completo y no pocos dobletes, Granada no iba a ser menos, y llenará hoy día 3 el auditorio de Cajagranada (el antiguo Isidoro Máiquez).

Celebrando su primer decenio en solitario desde que se bajó en marcha de la rigurosa nave Manta Ray, en este 2011 han pasado muchas cosas para este trovador de la introversión más audaz. Ha roto con su patrocinador discográfico de toda la vida, Limbo Starr, y lanza un disco que es como una luz al final del túnel y lo hace además con el logo Creative Commons. De este trabajo, menos tortuoso y áspero, se han dicho ya muchas cosas: sin ir muy lejos el compañero Tébar asegura rotundamente que "no hay guitarras distorsionadas. Ni largas letanías. Ni confesiones de yonqui en duermevela. Las canciones se regodean en su propia belleza. Se celebran a sí mismas". Ha sido registrado como es habitual en el astur junto a Paco Loco en Cádiz y con, cada vez más, responsabilidad del teclista Abraham Boba. Escuchándolo sí es cierto que han desaparecido las partes más ariscas y aunque es un disco cortado sobre el patrón del desamor, la crudeza aparece más matizada y sugiere que hay vida tras estas canciones.

Musicalmente hay quien encuentra hasta ecos de flamenco, resabios teutones, sobras de los crooners de los cincuenta, y con más evidencia recursos del folclore norteño que también gusta explorar con el dúo Lucas 15 (por aquí inédito aún). De duración corta, los mismos 45 minutos que caben en un viejo elepé, coincide con el afortunado "desquite" de su anterior escudería prensado en plástico negro discos de su catálogo como 'Cajas de música difíciles de parar', en formato triple, y la caja 'Los hermanos pequeños' que agrupa seis epés.