MIGUEL ANTONIO HURTADO  |  Madrid, 29/01/2011

'LA VIDA POR DELANTE', puesta en escena en el Teatro La Latina de Madrid por José María Pou en la dirección, es la adaptación de Xavier Jaillard de la obra 'La vie devant soi' de Romain Gary que, presentada bajo seudónimo de autor Emile Ajar, obtuvo en 1975 el prestigioso premio Goncourt en Francia. Un completo alegato contra el fascismo, el fanatismo, el racismo y la intolerancia embebido en un drama humano de altura en el que se ponen sobre las tablas temas como el derecho a la muerte digna, la ternura, el miedo a la soledad, la necesidad de compañía o la superación de los Estados.

El declive vital de una, ya vieja, ex-prostituta judía (Madame Rose), superviviente al holocausto nazi, dedicada a acoger y criar "hijos de puta" abandonados por otras meretrices, se enlaza con el único y último de sus amparados (Momo), un joven en construcción ávido de respuestas, delicado, sensible y afectuoso. El joven, criado en la religión musulmana a petición de su padre, planteará a Madame Rose una colección de diálogos reflexivos sobre el amor, el sexo, la religión, la tolerancia, la convivencia, la madurez, la eutanasia. Todo en clave de valores de respeto y tolerancia.

Muchas eran las expectativas en esta obra, que cuenta con una actriz de primera magnitud como es Concha Velasco en el papel de Madame Rose, suelta, ágil y sin complejos en escena, pero que no logra bordar uno de sus mejores papeles. El tú a tú que rige las dos horas de función (salvando las breves apariciones del Dr. Katz y del padre de Momo) se convierte en tedioso y enormemente plano, con una Concha que, más que interpretar, recita y un Víctor Sevilla (sustituyendo al habitual Rubén de Eguía) que basa su personaje básicamente en una fuerte entonación y proyección vocal. Fugaz pero intensa y bien llevada la interpretación José Luis Fernández en el papel de Youssef Kadir (padre de Momo). Correcto en escena Juan Antonio Quintana (Dr. Katz) que consigue con sus apariciones romper la lentitud de la obra. Un montaje diseñado para emocionar, pero que no logra conmover ni convencer a pesar del dulce final.