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A pesar de que se machacaron hasta ocho temas de 'Cuando el destino nos alcance', el repertorio estuvo más que equilibrado y echaron mano sin dudar al saco.
Datos: Dos bises, casi dos horas de concierto, una sala llena, un público entregado, un más que aceptable sonido y una banda con unas capacidades sonoras más que fiables. Todo esto son hechos difícilmente interpretables y que sirven para dar una idea exacta de la actuación del sexteto granadino en la Sala Kharma de Jaén; sin embargo, merece muchos comentarios una actuación que, sin caer en los tópicos alagatorios, fue brillante, demostrando que LORI MEYERS no son sólo una banda con enormes posibilidades, sino que además están en constante crecimiento.
Muy buen aspecto presentaba el recinto de conciertos jiennense, que está consiguiendo que su apuesta funcione contando con valores seguros y atrayendo un público que se está conformando en una masa fiel. Poco debería faltar para el sold-out. A pesar de que todo estaba preparado para que el espectáculo comenzara puntual, a las once, hubo que esperar a los últimos rezagados, que esperaron, agolpados, hasta el último minuto para cruzar el umbral de la puerta. Ya con todo el respetable dentro del recinto, ávidos por ver a un grupo habitual pero muy querido en estas latitudes, 'Viaje de estudios' comenzó a sonar con rotundidad y contundencia; recurriendo a un clásico, Noni y los suyos pusieron pronto patas arriba la sala y a los centenares de seguidores que allí se concentraban. Pronto llegaron temas de regusto dulzón ('Luciérnagas y mariposas', 'Tokio ya no nos quiere') que, sin embargo, sonaron fuertes y efectivos. Sobre el escenario de Kharma, Lori Meyers no parecían ni muchos ni pocos, sino los justos, ocupando de forma perfecta el espacio escénico y entregando justo lo que esperaba un público ávido. Noni no sólo destaca por su peculiar voz, sino por ser una figura central que da sentido a todo lo que ocurre a su alrededor, aportando sin ensombrecer a unos músicos muy buenos, empezando por Ale Méndez, perfecto en las líneas vocales y demostrando que es un guitarrista que sabe en quién hay que fijarse, la influencia de Pete Townseed, Paul Weller y Nick McCarthy es cada vez más evidente en su forma de tocar; a su lado Miguel Martín encarna perfectamente el papel del "guitarrista con aura de misterio" del que hablaba Jason Lee en 'Almost famous'. Y la rítmica es para quitarse el sombrero, Miguel López, como los buenos bajistas está (¡y vaya si está!) sin que nadie lo note, mientras que el tándem Alfredo-Lomas aporta la pieza básica para ese nuevo sonido que si bien no ha recibido elogios unánimes, no se puede negar que es una vuelta de tuerca que trasciende los límites del grupo.
A pesar de que se machacaron hasta ocho temas de 'Cuando el destino nos alcance', el repertorio estuvo más que equilibrado y echaron mano sin dudar al saco de 'Viaje de Estudios'('Ham-a-cuckoo', 'La mujer esponja'), 'Hostal Pimodan' ('Dilema', la muy bien recibida 'Sus nuevos zapatos') y 'Cronolánea' ('Un mundo por delante', 'La búsqueda del rol')sin temor, hasta conseguir un setlist sin altibajos, redondo y muy coreado, abordado con energía y rematado con eficacia. 'Luces de neón' puso el primer punto y seguido antes de que los granadinos bajaran del escenario por primera vez. Para el bis habían preparado un repertorio magnífico, empezando por recuperar la andarina 'Hostal Pimodan', con la que volvían a calentar al público para soltarle, acto seguido, nada más y nada menos que su maravillosa versión de 'Esperando nada', de Antonio Vega. Tras este delicioso momento, el turno era para 'Cuando el destino nos alcance',empezando por un tema con una rítmica que ya se adentra en terrenos más complejos, como 'Religión', hasta acabar con el esperado y necesario final que marcan los dos mejores temas de su último largo '¿A-ha han vuelto?' y 'Mi realidad', que suena en vivo tan redonda como en el disco, pero aún más rotunda. Momento álgido.
Pero el público, que sabe que tendrá que esperar varios meses para volver a ver a Noni y los suyos, no se rinde y decide permanecer a pie de escenario insistiendo para que los de Loja vuelvan a salir para dejar una última joya. Lori Meyers saben reconocer la entrega de los cientos de espectadores que esperan un poco más y acuden a su encuentro. En primer lugar Noni y Ale, que empezaron a desgranar una versión acústica de esa joya del pop patrio que es 'La caza', que ya han hecho tan suya como suya, conforme avanzaba la canción se fueron sumando miembros de la banda hasta que el plantel se completó y se acabó haciendo un efecto casi como el del 'Bolero' de Ravel. Pero no era la última baza de la banda, ya que decidieron acabar por todo lo alto con 'Alta fidelidad' mientras el público tiraba de fuerzas para dar los últimos saltos. Habían transcurrido más de noventa minutos desde que el grupo empezó a tocar, pero nadie echaba mano a su reloj. Lori Meyers, con el único lastre del escaso discurso de sus textos, son uno de esos grupos que nacen con vocación de clásicos y casi sin techo. Ya esperamos el próximo.
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Prometemos no ponernos pesados... ;)
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