JUAN JESÚS GARCÍA  |  Granada, 07/12/2010

En una semana hemos tenido en Granada a dos cantautores procedentes de la isla de Cuba, el uno Milanés, historia sentimental de una generación, y el otro BORIS LARRAMENDI, el futuro inquieto de la más-allá-de-la-post-trova. Tienen puntos en común, como la emocionalidad y la cubanía, en todo lo demás son equidistantes.

Larramendi modifica su entrono según las necesidades del momento, lleva tres formatos diferentes pero, sea con grupo o solo con su guitarra no es que se defienda, es que ataca. Larramendi fue el que tenía un "target" más roquero del aquel equipo "all stars" todos en uno conocidos por Habana Abierta, y luego líder, voz y torso "de tableta" de la gira 'Habana Blues' que paseó con sentido de la oportunidad y cierto éxito la banda sonora de la película de Benito Zambrano, 'Habana Blues'. Ahora traía al ciclo 'Presentarte' de Cajagranada el estreno de sus dos últimos discos, 'Libre' y 'Felicidad', los dos disponibles en un año, poco para un tipo de creatividad incontenible.

Juega con varias bazas y cierta aceleración impulsiva que hace que hasta una balada tenga una peculiar marcialidad en el paso, es su estilo, urgente y con necesidad de comunicar mucho en el mínimo tiempo posible, así que en ocasiones hasta necesita del ametrallante rap para conseguirlo. Juega con estereotipos y tópicos y su canciones admiten varias lecturas, a ratos irónicas, criticas, tiernas, sexuales, calidas, pícaras o desparramadas totalmente, e incluso todo a la vez en la misma pieza. Extraordinario arpegiador, se basta solo con la rítmica con una fuerza de grupo de thrash metal casi, hasta rozar el limite legal definido por la ADI, la Asociación para la Defensa de los Instrumentos. Él lo dijo, estoy entre Led Zeppelin y los Guaracheros de Regla, esto es Son&Roll (que lo de Rock & Son ya lo cataba con Habana Abierta).

'Mambo horizontal' y la 'Conga nocturna' van por la cosa carnal, 'Asere que volá' es un himno para la "generación asere" o 'Siempre Happy' resulta un tremendo ejercicio de ironía políglota; 'Yo no tengo la culpa' o 'Meneito' son rompecuerpos y entre "meneíto y meneíto" se cuelan imágenes tan potentemente reales como ese "yo tengo el paraíso en la mirilla" que retrata tantas ilusiones como impotencias. "Marea pero me encanta", lo canta, lo cuenta y es cierto.