por Fernan


Magnus Mills saltó de conducir autobuses en Londres a escribir una de las novelas más frescas del año 2000, El Encierro de las Bestias. Es probable que el conducir un bamboleante double decker bus Londinense por las congestionadas calles de la city le llevase a escribir, como modo de evasión, sobre tres personajes que trabajan en grandes espacios abiertos. 

La historia gira sobre la rutina de tres levantadores de cercas que son enviados desde Escocia a trabajar para los ganaderos ingleses. Allí conviven en una destartalada caravana comiendo alubias en lata y a una larga caminata del pub más cercano que supone el aliciente del día. Esto es literatura pura sobre currelas y escrito por un currela. 

Escribe sobre personas sencillas, que trabajan porque hay que comer, sobre amigos que pasan el día juntos trabajando sin contarse nada porque se conocen a la perfección, de escaquearse tanto como pueden en el trabajo para echarse un cigarrito, de trabajar bajo la lluvia y ponerse la misma ropa húmeda al día. siguiente, de fumar mas cigarrillos... Las páginas vuelan sobre tus manos gracias a unos diálogos sencillos, ironía permanente y un ritmo fluido digno de un grandísimo escritor. 

Una serie de asesinatos al más puro humor negro Hitchcock-iano aderezan la novela y no podrás evitar reirte sobre tales muertes ridículas. Este libro te recordará que la vida no es una cosa tan seria y que merece reirse a su cara, ciertamente te hará sentirte genial. Magnus ya ha aparcado el autobús y ya no tiene que madrugar para ir a trabajar, como el mismo dice no tiene plazo establecido para su tercer trabajo: "el tiempo es muy agradable, es el primer año en toda mi vida que no tengo que trabajar, no tengo que levantarme para ir al trabajo, por lo tanto, lo estoy tomando con calma, pero hasta que me aburra. Cuando me aburra, haré algo al respecto." 

Merecido descanso que envidiamos tanto como tu talento Magnus.