España
Director: Fernando León de Aranoa
Intérpretes: Candela Peña y Micaela Nevárez
Es curioso observar como un director joven se mete de lleno en temas que no son habituales para la edad que se lleva en las carnes. Desde el principio Fernando León de Aranoa ha sido un escritor más que un director y es en el papel donde nace su éxito. Familia es el claro ejemplo. Pero también ha revitalizado un género que siempre ha estado latente en todo el continente europeo, pero que en España continuaba perdido. El realismo social, siempre matizado con unas gotas de poética urbana, ha triunfado en su mano. Barrio o Los lunes al sol se encuentran de lleno en este género. Sin aspavientos, apoyados en grandes intérpretes, muchas veces sacados de la absoluta nada, con movimientos de cámara sencillos y respetando el silencio, Fernando León ha sabido llevar a la pantalla grande los problemas de gente que vive en el asfalto, que sobrevive día a día y que nosotros rechazamos fuera de una sala.
Princesas es su cuarta película. La historia de dos prostitutas separadas por la nacionalidad y unidas por una profesión llena de sinsabores. Por supuesto el retrato de la marginalidad no puede ser más gris. El barrio es un microcosmos gigante del que nadie puede salir. Aunque se sueñe en días mejores, el futuro es negro. Es un callejón con un solo camino. En este marco desolador nos introduce Fernando León de Aranoa como si fuera realismo social de la Italia de la posguerra, aquel movimiento que se dio en llamar neorrealismo, pero la poesía que rezuma su film deja traslúcida la ventana por la que ver todo el submundo que rodea a estas chicas metidas a putas cuando son Princesas que hay que cuidar. El centro son ellas mismas. Lo demás son complementos para el buen funcionamiento de la acción, que a su vez tiene como fuerte un guión maravilloso, basado en unos diálogos impresionantes, adornados con una poesía visual desde el interior de la urbe, de lo poco que puede dejar la calle.
Pero hay algo que llama poderosamente la atención. Princesas, siendo una cinta espeluznante y testigo de excepción de lo más bajo, es la peor cinta de una carrera intachable. Si observamos las dos películas anteriores del autor nos daremos cuenta que lo visto en esta cinta no es nuevo. Ha cambiado los personajes y las acciones, pero deja la estructura idéntica, los términos por los que camina y, como no, la estética. Es una copia de lo que ya hemos visto de él, sin salirse un ápice de lo ya rodado. Su forma de presentarnos los protagonistas, un desenlace trágico, los toques de comedia esparcidos entre los diálogos, los contrastes que imperan en los personajes y, sobre todo, el esqueleto de la película.
El retrato social es válido: Las prostitutas en las calles, la drogadicta y la violencia que impera en ese trabajo. Pero lo verdaderamente bello del film es el retrato de esas dos chicas que se sienten impotentes dentro de una sociedad que las manipula. Lo que puede ser un acto cotidiano lo transforman en algo excepcional. Él nos ha hecho ver como hay sentimientos en aquellas que venden su cuerpo, como aman y, en definitiva, como viven.
Rafa Rus
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