Fotos: starwars.com
Corría el año 1977 y en España estábamos pendientes de la incipiente democracia, de las campanas de Travolta y del Betis, que curiosamente jugó la final de ese año contra un equipo del norte y la ganó. Tras un duro trabajo, un joven y desafiante George Lucas estrenaba una película de ciencia ficción que tardó en rodar dos años. Obi Wan contaba al hijo de Skywalker la verdad sobre el lado oscuro. Nació el fenómeno y, junto a Steven Spielberg, marcó la narrativa que nos llega hasta hoy. Esta saga está cerrada, o eso creemos, pero las aventuras de la familia Skywalker y los Jedi han entretenido a tres generaciones. Nadie sabe la clave, pero analicemos lo que ha sido esta saga básica para entender el cine contemporáneo.
Lucas cambió el concepto de la ciencia ficción en La guerra de las galaxias. Los androides dejaron de ser máquinas útiles para el servicio doméstico o para hacer películas de terror serie B. La mitología es una buena base para contar una historia. La chica no hace falta que bese a nadie. Las pistolas láser no son el arma más potente. La estructura de western se puede aplicar a toda cinta de aventuras. El público en los setenta estaba deseoso de ver algo distinto. Y no estamos solos. Somos un grano en una playa y el universo es multicultural.
Lucas prefirió pasar de la dirección en 1980 y volcarse en la segunda parte desde arriba: la producción. Irvin Keshner se puso tras la cámara para mandar en lo poco que le dejaron. El imperio contraataca es muy oscura, no se queda en el refrito sino que va más allá y nos descubrió a Yoda y el color del mal. Quizás la película con más empaque y donde nos encontramos la sorpresa de que la saga sería algo más que un culebrón.
A la altura de 1983 ya estaban Lucas y Spielberg dominando Hollywood. Por eso dejó en manos de Richard Marquand, otra vez, la dirección. El retorno del Jedi nacía con vocación de cierre. Mirando hacia el público infantil, gracias a los malditos Ewoks, nos presentaba la cara más despellejada del lado oscuro, incluido el Emperador que dejó su sello político impreso. El rosario de personajes bailaba, pero Lucas disfrutó con un personaje realmente vomitivo: Jabba el Hutt, precursor de las pizzas que llevarían su apellido. Luego cerraría con un final familiar y el convencimiento de que Mark Hamill y Carrie Fisher nunca se enrollarían.
Dieciséis años después, con el Capítulo I, La amenaza fantasma, Lucas volvió en plena apología de los efectos digitales. Comenzó su trilogía precuela con las mismas estructuras y cierta lógica en el argumento general. La saturación compulsiva de ordenador se deja notar en esta trilogía inicial, pero salta demasiado en esta cinta.
La amenaza fantasma dispone de un bajón argumental producido por la trepidancia de la presentación y conclusión. Sin duda es la peor de la saga, gracias en parte a la infantilización para llegar a otra generación que no había conocido las aventuras iniciales y a un sapo gigante al que no se le entiende. Por lo menos nos dejó un digno comienzo y una carrera de cuadrigas espaciales a lo Ben-Hur. Lo llamaron vainas.
En el Capítulo II, El ataque de los clones, se ejerce el recurso del melodrama para guiar ciertas intrigas unidas por la fuerza. El senado y la política toman impulso, mientras la Princesa Amidala descubre sus sentimientos con respecto al joven Skywalker. El amor no es el fuerte de Lucas, pero sí el infierno. Mientras más oscura sea lo que desea contar más regocijo del espectador. Una magnífica continuación para un espectáculo que deja de ser infantil.
Para la traca final, que en realidad es el Capítulo III y lleva el acompañamiento de La venganza de los Sith, el mal se vuelve más oscuro y toma forma uno en los malvados más celebrados del cine: Darth Vader. El cierre nos hace notar el poder del lado oscuro, la traición e, incluso, el asesinato. Lucas continúa sin dominar las secuencias románticas. Broche de oro para la trilogía de plata.
La guerra de las galaxias es algo más que una saga, algo más que seis películas. El cine crea otros mundos y nosotros los creemos. Ese es el dominio de George Lucas: Que caballeros Jedi, androides, Princesas con pistola y un aventurero espacial se hagan creíbles en una gran pantalla.
Rafa Rus
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