E.E.U.U.
Director: M. Night Shyamalan
Intérpretes: Joaquin Phoenix, Bryce Dallas Howard, William Hurt, Adrien Brody y Sigourney Weaver
El director de origen hindú M. Night Shayamalan se autoproclama nuevo Mesías de Hollywood con entrada directa al Olimpo tras su segunda película, El sexto sentido. Una vez despistados todos los espectadores y llevados a los terrenos donde se pueden ver muertos, Shyamalan se convirtió en la panacea para sacar dinero de debajo de las piedras. Se salía de los cánones establecidos para jugar con nosotros. La aceptación de El sexto sentido fue excesiva, pese a su calidad contrastada, pero el listón estaba demasiado alto y ya sabemos que más dura será la caída. Con la historia de un hombre indestructible, en El protegido, y la mirada mística hacia el más allá, en Señales, no volvió por sus fueros. Ahora vuelve con la historia de unos vecinos, que viven como Amis, y que tienen terror a un bosque donde habitan unas extrañas criaturas. Extravagante emplazamiento de cara a la taquilla.
Hay que reconocer al director hindú una extraña y fascinante forma de narrar, con una puesta en escena dirigida a la creación atmosférica, que, en ocasiones, se recarga, pero que es la parte más esencial y eficiente del film. En El bosque Shyamalan vuelve a dejar todo su repertorio, con personajes atormentados por el pasado, con un terror bien formado que mantiene la habilidad de no mostrarlo hasta que lo estropea mostrándolo, con una deformación religiosa que separa el bien y el mal y, sobre todo, con un final sorprendente que se aleja del producto final por su breve pero intenso remate. Aunque la presentación y el desarrollo de los personajes hunden el film hasta aburrir al espectador, necesitado y acostumbrado a una estética que utiliza gran cantidad de planos, Shyamalan mantiene el pulso en El bosque gracias a los contínuos giros de ciento ochenta grados a los que nos tiene acostumbrados.
El virtuosismo maniqueísta de Night Shyamalan, impropio del interior de la industria, choca directamente con su forma de argumentalizar las historias, más incrustadas en una dinámica sobria y contemporánea que en la elegancia de los europeos, de quien rescata sus formas. La fórmula nunca llega a rematarla, pero sería una perfecta conjunción de cine comercial de calidad.
Con elementos inimaginables para una película seria, con deficiencias en el computo y de una forma más compleja, con actores en eterno estado de gracia, con la herencia de Hitchcock herida por su diametral alejamiento, El bosque es la forma personal de hacer cine de este director joven, de articular los elementos del suspense con el fantástico de una forma inusual. A ratos funciona y otros no lo hace, pero por lo menos se salta los clichés para dajarnos algo diferente. Como diferente es la relación entre William Hurt y Sigourney Weaver, donde todo se intuye pero nadie se toca. Sin duda, lo mejor del filme. ¡Eso es añor!.
Rafa Rus
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