EE.UU.
Directores: Peter y Bobby Farrelly
Intérpretes: Drew Barrymore y Jimmy Fallon

Los hermanos Farrelly transformaron la comedia para devolvérnosla agresiva y chabacana. Estos revolucionarios de la narrativa han transgredido un género vilipendiado para bajarlo hasta el diálogo de la calle y crear risas desde continuas referencias orgánicas. Su cine pisa por encima de los personajes y una narrativa visual que entorpece cualquier historia. Peter y Bobby Farrelly se han hecho con la taquilla desde sus comienzos. Dos tontos muy tontos, ¡Vaya par de idiotas!, Algo pasa con Mary, Yo, yo mismo e Irene, Osmosis Jones, Amor ciego y Pegado a tí mutaban la comedia romántica para llevarla a los extremos escatológicos, el culto al feísmo y de perversión continua. Ahora los Farrelly vuelven con Amor en juego, un remake de Fuera de juego, una buena cinta inglesa con un holligan del Arsenal como protagonista. En esta revisión se cambia el fútbol por el béisbol y la narración inglesa por la línea americana.

La extraña habilidad para montar escenas divertidas de estos hermanos ya no existe. Amor en juego es torpe por desconocimiento de la comedia romántica y con las penosas posibilidades para hacer andar una historia sin desarrollar. La visión cínica del argumento se queda en agua de borrajas cuando deben realizar una película pastel sin apenas flujos corporales. No es soez ni tampoco elegante. No es nada. La radicalización de posiciones se transforma en ramplonería de cinta normativa y la película cae en el más absoluto de los ridículos por indefinición y aburrimiento.

Una comedia romántica demasiado estándar donde ni Drew Barrymore, ni Jimmy Fallon consiguen transmitir absolutamente nada. No son personajes, sino bufones exhaustos al servicio de un texto nimio. No se sale de las normas y el comportamiento rudo de sus personajes remata un film que nunca se debió estrenar. Por supuesto un humor visual más que dialéctico transforma todo en un caos, centrado en el gag individual. Los hermanos Farrelly no son conscientes del nivel de sus comedias. Ni la tosquedad ni la simpleza les sirven en la actualidad. Lo suyo no es cine. Es otra cosa, pero alejada del celuloide.

Rafa Rus