Texto: Miguel Aguilera, cantautor.
De pequeño, era verdadera pasión la que sentía por el talento artístico. Recuerdo que en el salón de la casa de mis padres, en las vencidas baldas de una vieja biblioteca, estaban a nuestro alcance, Lorca, Hernández, Alberti, Márquez, Neruda, Borges, etc.
Junto a mis hermanos y mi padre, éramos dueños también de una extensa discografía musical. Música de todos los tiempos y estilos, que se prestaba a maravillarnos cuando sonaba en cada rincón de la casa, inundándolo todo de diversas melodías pertenecientes a múltiples culturas. Esas melodías, son las que hoy, cuando en mi mente el reloj vuelve suavemente las agujas hacia atrás, acompañan a los olores, voces e imágenes que acunaron mi juventud.
Por suerte, tenemos a una gran persona por padre, muy inquieta en los temas de la cultura y el arte, que nos introdujo en éste mundo mágico e inagotable. Así, entendí que
el arte ha sido históricamente la forma de expresión del ser humano. La representación de cada una de las etapas de la humanidad se puede oler, ver, oír, degustar y tocar, en una buena obra de arte.
Creciendo en ese contexto no es de extrañar que, al menos, intentase continuar manteniendo viva esa admiración por el talento artístico. Fui un poco más allá, y quizás presuntuosamente, me dejé contagiar por el
"virus" de la inquietud creativa. Dediqué, y aún lo hago, gran parte de mis horas diarias en buscar aquellas frases que reflejen con la máxima exactitud posible, aquello que previamente mastica mi interior: "los textos de mis canciones", pensando siempre en ofrecer lo mejor de mí, en el intento de aportar mi humilde grano de arena a la cultura de este país.
En este camino he encontrado muchas cosas, pero la que más me duele por dentro, la que más me inquieta, es esta sensación de inexistencia de talento, del escaso surgimiento de artistas que transmitan su sentir y nos orienten en días difíciles como los que vivimos. Sobre todo, me duele que ello se produzca, por un "destructivo interés mercantilista del arte".
En la actualidad, podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos, que existe todo un
diseño de prefabricación artificial de "artistas" que nada tiene que ver con el talento, ni con la aportación cultural, sino más bien con el interés del beneficio que puede proveer la proliferación de artistas mediocres.
Nunca olvidemos, que es más sencillo poner en marcha una maquinaria que promueva trabajos con un argumento endeble y una excelentísima puesta en escena, que promover a un buen artista.
¿Por qué? La respuesta es fácil: Si acostumbran a los pueblos a artistas de nivel, luego tendrán que darles más. Y eso requiere un mayor trabajo de selección y búsqueda. Esto es, una mayor inversión.
Si en cambio, logran disfrazar a cualquier persona y convertirlo en estrella de la mañana a la noche, la máquina de producir, vender, descartar y volver a producir, no se detendrá nunca. Y claro, ellos continuarán enriqueciéndose ofreciendo a algunos, quince minutos de fama. Y dando vuelta la cabeza, cada vez que algún artista que no cumpla con los estereotipos requeridos se presente, humilde, en sus lujosos despachos a entregar un trabajo al que le ha dedicado todo su amor, tiempo y atención.
Las multinacionales del CD están siendo en la práctica, con su política de sustitución del talento por el marketing, el peor de los enemigos de nuestra cultura musical. Esto a mis cortas luces, es un intento de ir más allá del arte, más allá de la música y la cultura, en la voraz necesidad de "vender"
a cualquier precio.
Me gustaría poder responderme a varias cuestiones: ¿pueden subsistir bajo el mismo espacio, la cultura de un país y el mercado de ésta misma?, cuando el talento de éste país en el arte deje de existir por la imposibilidad de subsistencia en este marco hostil, ¿no estaremos ante un
etnocidio?.
Quizás, la salida posible esté hoy en Internet. Es, en la actualidad, la única vía que tenemos los que, sintiéndonos parte de la cultura popular, no respondemos a los cánones e intereses del poder económico del arte, de la música en mi caso. Pero os prometo que es triste, tratar de contribuir a la cultura de este país, luchando contra tanta oposición mediática y sin apoyos conscientes en la tarea.
Los medios de comunicación más importantes de todos los países, difunden aquellos discos que tienen el apoyo económico de éstas disqueras a cambio, obviamente, de una acordada suma de dinero. Éste hecho, deja fuera de carrera a muchísimos profesionales del arte. Los medios de comunicación, en este caso, olvidan ser la voz del pueblo. Dejan de representar a una parte de ésta sociedad. A mí y a muchos como yo, no nos representan.
Quizás mañana nos preguntemos, porque nuestro hijo no sabe lo que es una bulería, o un tema de autor, o una copla.
entonces, será demasiado tarde. Si no defendemos los espacios donde la expresión de
nuestra gente pueda ser promovida, donde lo prioritario no sea cumplir con determinados cánones de belleza, sino expresar el sentimiento de amor, dolor, ilusión o congoja de los pueblos, dentro de unos años estaremos frente al primer vacío cultural de la historia. Y junto a él, estará nuestro propio vacío social. El de haber dejado perecer aquellas cosas que nos recuerdan de dónde venimos. Porque,
si no sabemos de dónde venimos, ¿cómo podemos planificar hacia dónde queremos ir?
Por mi parte, espero en el futuro un mejor desarrollo y crecimiento de la rica cultura de este país. En ese intento voy a gastar todos mis esfuerzos, porque me parece una vital tarea: resistir bajo la creencia de que
"un pueblo despojado de su cultura, es un pueblo vulnerable al
etnocidio". Algunos pensarán que ando dramatizando, pero eso lo resolverían asomándose al mundo de los músicos de la calle, observando sus indignas condiciones de vida y de expresión, y todo, porque decidieron quizás inconscientemente aportar su "talento" a las gentes de este país.
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