Texto: Eduardo Tébar
Fotos: Juan Jesús García
La banda granadina celebra tres lustros de liderazgo en la música independiente española agitando a más de 2.000 seguidores en festival Actual de Logroño
Pasotas. Alternativos. Irreverentes. Amados y odiados a partes iguales. Los Planetas reinan el territorio 'indie' nacional desde hace 15 años. El grupo liderado por Jota inició la explosión del pop independiente de los noventa cuando este país veía tambalearse a los supervivientes de la Movida. Durante este tiempo, los granadinos son el emblema de una generación; los abanderados de una actitud, una estética y un sonido directamente importado de la galaxia anglosajona. El fanatismo que desatan entre sus seguidores, fieles compradores de ediciones especiales y rarezas, convierte al quinteto en un fenómeno casi religioso.
Miles de prosélitos vibraron con Jota, Florent, Banin, Miguel y Erik Jiménez, que soplaron las velas en el Escenario de Culturas Contemporáneas del Actual de Logroño. Y para sorpresa de todos, ya que sustituyeron la baja a última hora de la actriz y estrella punk Juliette Lewis (ex musa de directores como Martin Scorsese o Wooody Allen). Precisamente, Los Planetas con acné que recorrían las carreteras españolas en 1994 llegaron a participar en el certamen riojano como propuesta 'novata'.
Cómo han cambiado las cosas. Los andaluces cada vez se prodigan menos por los escenarios, lo que incrementa el interés por cada uno de sus escasos conciertos. Ya resulta difícil encontrar su nombre fuera de lo que no sea el cartel de un gran festival. Además, el rótulo de Los Planetas suele situarse en la cabecera, como ocurrió en las últimas ediciones de Primavera Sound -donde compartieron honores con Smashing Pumpkings y Wilco en Barcelona-; o de Fortaleza del Sol, como estrellas junto a Marilyn Manson en Lorca. A Jota no le gusta ofrecer 'bolos'. En los últimos tiempos ha reconocido que prefiere los conciertos 'sentidos' y en citas multitudinarias, un terreno en el que se mueven con comodidad a estas alturas.
Pero para alcanzar el estatus actual, Los Planetas han gravitado mucho. Tanto que, antes que de ser músicos astronómicos, se llamaron Los Subterráneos. En diciembre de 1993 abandonaron su alianza con el sello independiente Elefant para grabar su debut discográfico, 'Super 8', con la multinacional BMG Ariola. Y aquí la paradoja: la formación totémica del 'indie' en España publica en el seno de la industria. Hay quien sostiene que si una compañía gigante mantiene en nómina a un grupo de ventas discretas, esto se debe al prestigio de contar con un conjunto respetado por la crítica. En cualquier caso, el ex locutor de Radio 3 Jesús Ordovás, mentor del pop alternativo español de las últimas tres décadas, afirmó hace poco que "la independencia es una actitud, y Los Planetas siempre han sido independientes".
Primero tuvieron que inventarse el caparazón sonoro por el que todo el mundo les reconoce. Ese pop 'ruidista' construido sobre un colchón de guitarras en distorsión que sigue la senda de la Velvet Underground y de las poses taciturnas de 13th Floor Elevators, Syd Barrett o Television Personalities. La suciedad de grupos como Jesus & Mary Chain o Joy Division, que tocaban mirándose los zapatos mientras aireaban el flequillo. El desdén de Jota hacia toda la adoración que rodea a Los Planetas ha alargado su sombra. El pasotismo y la voz nasal del líder 'planetero', que no sobresale entre la madeja instrumental, causan furor entre los adictos a sus canciones, auténticas salmodias de desamor adolescente elevadas a la categoría de himno: 'Un buen día', 'La playa', 'Qué puedo hacer'...
A esto se suma una estética sugerente de arte pop en la que es clave la figura de Javier Aramburu, autor de la mayoría de los diseños de sus discos. El discurso visual ha ayudado a suplir las frecuentes caras bonitas por ingeniosas obras conceptuales. Las portadas de álbumes como 'Super 8' o 'Una semana en el motor de un autobús' forman parte del imaginario colectivo del rock en España. Compañeros de generación como Australian Blonde naufragaron, precisamente, por desconocer estos códigos de imagen corporativa.
Aramburu dejó de colaborar con la banda tras 'La ley de la gravedad' (2004), como el productor Carlos Hernández y como tantos otros. Sólo Jota y el guitarrista Florent permanecen desde el primer equipo de trabajo de Los Planetas. En 15 años, varios músicos han integrado el grupo -los bajistas May Oliver y Kieran Stephen; el batería Raúl Santos- , aunque el despegue definitivo coincidió con la entrada del baterista Erik Jiménez, un 'animal' de las baquetas procedente de la escena punk-rock local de KGB y Lagartija Nick. Se incorporó en el momento de transición entre 'Pop' (1996) y 'Una semana en el motor de un autobús' (1998), este último trabajo grabado en Nueva York, y supo aportar empaque a los temas. De hecho, su versatilidad ha facilitado que Los Planetas cuadren las feroces piezas de tres minutos al tiempo que pespuntan la psicodelia más densa. Todo ello desde en confort de El Refugio Antiaéreo, el estudio de grabación del propio Jota, provisto de la tecnología analógica con la que los clásicos ingleses registraban sus obras.
Hoy por hoy, el quinteto granadino ha evolucionado -"madurado", que dicen algunos- hasta un disco depresivo de palos flamencos. Lo sorprendente es que 'La leyenda del espacio' (2007) -guiño a 'La leyenda del tiempo' de Camarón- suena a Los Planetas de los últimos años. Eso sí, pasando por el tamiz del rock progresivo andaluz de Smash o Triana, por más que utilicen estructuras de verdiales, fandangos o granaínas. Enrique Morente, que para Jota es tan genio como Bob Dylan, canta en esta última entrega discográfica, que contrasta con Grupo de Expertos Solynieve, el proyecto paralelo de la voz de Los Planetas. Asociado con Manu Ferrón, en este combo Jota reivindica la alegría de vivir en el sur sin el corsé de 'rock star' y carente de prejuicios para expresarse en andaluz dentro de la canción. Como ven, barriendo cada vez más para casa.
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