Texto y fotos: Eduardo Tébar
Susana Cáncer: "En una canción se puede decir lo que se calla en la vida"
Susana Cáncer ha trabajado en la sombra durante los últimos 15 años. Pianista de Corcobado en Cría Cuervos, acompañante instrumental del escritor José Luis Moreno Ruiz, del cantante Germán Coppini y de artistas comprometidos con la vanguardia como Justo Bagüeste, Nacho Laguna o Ana D. Tras componer música para teatro, y con la experiencia acumulada, está iniciando una carrera en solitario en la que se sumerge en las aguas del pop minimalista, con intimismo, personalidad y una voz que canta al oído del oyente. Su último trabajo es 'Crímenes o promesas'.
- ¿Y por qué ha retrasado tanto su estreno como firmante de discos?
- He hecho discos cuando he tenido el impulso, la necesidad, cuando he tenido un lenguaje propio y experiencias que contar. A los 20 años vives con velocidad, aprendes, todo es nuevo. No queda tiempo para contarlo. Las cosas son intensas, rápidas. Luego piensas, tocas, pruebas, depuras, y haces un disco.
- Sin embargo, sigue con los de siempre: Justo Bagüeste, Corcobado, Arnal, Colis... Todos ellos músicos alejados de los circuitos convencionales. ¿Qué une a esta pléyade?
- Son mis amigos, y me gusta lo que hacen. Son músicos que no se estancan: experimentan. El estar lejos de esos circuitos los hace más libres, más creativos.
- Figuraba en el plantel de Cría Cuervos, la banda con la que Corcobado tocaba boleros en los noventa. ¿En qué quedó?
- En mí ha dejado huella, de hecho, en mi primer disco hay un bolero que se llama 'Desorientada', y en este segundo otro que se llama 'Los cristales del agua'. Bagüeste y Corcobado montaron Cría Cuervos y el resultado fue corto, intenso y francamente bueno, pero se diluyó en Chatarreros (de Sangre y Cielo).
- Aquellos temas estaban "enfermos de amor", pero los que presenta ahora se acercan más a la musicoterapia. ¿Ha descubierto algún poder balsámico en las canciones?
- La verdad es que sí. La música tiene poder, provoca emociones. Lo que cantas, lo que escuchas, te influye, incide en tu estado de ánimo. A veces, se puede decir en una canción lo que se calla en la vida, y eso es muy liberador.
- Canta que quien no sueña, no está vivo. ¿Le interesa más cualquier mundo que no sea este?
- No. Me interesa este mundo, aunque tenga cosas que no me gustan. Pero este mundo incluye los sueños. Si no proyectas, planeas, imaginas, meditas o lo que quieras, si te conformas con lo que tienes delante, si no vas un poco más allá, creo que no estás muy vivo.
- ¿Por eso versiona el 'Océanos de fantasía' de Boney M?
- Tiene una letra perfecta. Habla de la tierra de las emociones y sus tesoros escondidos. Tiene una alegría contenida, tiene buen rollo, y una producción disco espectacular. Y es una buena canción para un dúo con Corcobado.
- Pero con intimismo y a la manera gabacha...
- Hacerla igual no tenía sentido y era imposible. Había que buscar otro registro, ese era el juego. Lo del intimismo es mi estilo, lo que sé hacer: cantar al oído. La verdad es que siempre me han gustado los gabachos. Gainsbourg y Birkin o Brel han hecho canciones increíbles.
- Al final, ¿estas piezas son crímenes o promesas?
- Promesas, claro. Pero en ellas se cuentan crímenes pasados, secretos que se insinúan, paisajes nocturnos. Hay claroscuros, luces y sombras.
- Prevalece un sentimiento optimista, vital, y en un escenario de motivos acuáticos. ¿Qué simboliza para usted el mar?
- Nací cerca del mar. El mar siempre se mueve, es cambiante. Siempre suena, respira, cambia de color. Es un espectáculo inagotable, nunca se repite. Muchas de las canciones las hice mirando las olas.
- ¿Cómo recomienda la escucha del disco?
- Suavemente, dejando que la música llegue y empape los oídos y la cabeza. Hay canciones de amanecer, 'Brillante y entero', y de atardecer, 'Las olas'. 'Llueve' es buena para una mañana de domingo con una copa de vino blanco, la ventana abierta y tu amor haciendo ruido por la casa. 'Reencuentros' es para el otoño, junto a la ventana. Es un buen disco para viajar.
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