Texto: Eduardo Tébar
Standstill: "Estamos en el lado de Serrat y no en el de Movistar"
En una docena de años de carrera, los catalanes Standstill han estirado tanto su propuesta creativa que poco queda de la formación hardcore original. En cambio, el último lustro ha resultado decisivo para el crecimiento artístico del grupo. Textos poéticos en castellano, canciones inclasificables y conciertos en los que incorporan su experiencia teatral, en los que se confunden asistentes 'indies' y 'heavies'. El cantante Enric Montefusco afirma no saber nada del próximo disco, pero confirma la inminente publicación del documental '10 años y una zanahoria', sobre las interioridades de la banda.
- Doce años tocando, ¿suficiente tiempo para hacer lo que a uno le da la gana?
- Lo extraño y lo bonito del caso es que, en cada momento, uno necesita cosas diferentes. Me gusta pensar que nosotros realmente intentamos hacer lo que nos da la gana en cada momento. Las circunstancias siempre no te lo permiten del todo, pero por suerte casi nunca nos hemos quedado con la sensación de "si hubiéramos hecho eso". Lo extraño del caso es que, por muchas cosas que hayas hecho, nunca será suficiente si ahora necesitas hacer otra.
- El caso es que han acabado en la autoedición. ¿Eso es independencia y libertad?
- Sí, esa es la cara bonita. La cara fea sería todo el trabajo que no tiene nada que ver con el arte, pero que tienes que cargar a las espaldas. La responsabilidad ahora pesa más que antes, pero el control de tu carrera es fundamental. Y la valoración global de haber montado el sello Buena Suerte ha sido, en realidad, muy positiva.
- Quienes siguen al grupo desde los inicios lamentan su progresivo abandono del hardcore...
- No es cierto, creo... Hay mucha gente que cambia y evoluciona igual que nosotros con el paso del tiempo. Es normal y común que no se piense igual y que no se tengan los mismos gustos a los 18 que a los 28. También es normal que gente que antes tenía afinidades parecidas, con el tiempo se vaya distanciando. Yo no le daría más importancia. Es algo natural y lo único importante aquí es que haya respeto. Seria absurdo que nosotros habláramos mal de un género que forma parte de nuestro ADN. Por otro lado, sé que la mayoría de gente militante del hardcore es capaz de entender el desarrollo personal de los que han pasado por allí.
- Por el contario, en los conciertos de Standstill coinciden 'poperos' y 'heavies'. ¡Y mire si eso es difícil!
- ¡Eso es genial! Cuando intentamos compartir cosas a través nuestra música, nuestras letras y demás, esperamos que simplemente haya "personas" que recojan eso. Cuanto más variopinto sea nuestro público, más prueba tendremos de que hablamos de cosas que van más allá de los peinados y las botas. Eso me gustaría creer.
- También ustedes cambian el inglés por el castellano, aunque esta vez para indagar en lo poético. ¿Qué han aprendido de la capacidad de comunicar a través de la música?
- Cada medio artístico tiene sus peculiaridades. Lo mejor de la música es su inmediatez y su universalidad. Realmente, ¡es una forma de comunicación muy potente! Si nos ponemos antropológicos, siempre ha sido el gancho perfecto para comunicar y para vender ideas o valores. Más aún si se combina con imágenes, con textos o con lo que sea... En ese sentido, se puede hacer un uso mejor o peor de ese poder, claro. Nosotros, en cualquier caso, estamos en el lado de Joan Manuel Serrat y no en el de Movistar.
- Sorprenden iniciativas de la banda como la de musicalizar obras de teatro. ¿Otra perspectiva del ritual del rock?
- Es una perspectiva que, en su día, nos ayudó mucho a desarrollar nuestra creatividad. Vimos con claridad que un concierto podría entenderse como una representación teatral con unas reglas de juego pactadas de antemano, para bien y para mal. Asumido eso, e intentando aprovechar nuestra experiencia, lo que hemos hecho con los dos últimos discos es proponer una puesta en escena que juega con esos límites que tiene un concierto por defecto. Suena pretencioso, pero en realidad es divertido y agradecido, para nosotros y para la gente que viene a verlo.
- Los Planetas quisieron demostrar que entre los palos flamencos y King Crimson no hay tanta distancia. ¿Les interesa esa búsqueda de lo universal en lo autóctono?
- No podemos disimular que nos gusta la parte de búsqueda que tiene el arte. Enfrentarse a cosas nuevas, abrir puertas, juntar cosas injuntables, hacer precisamente lo que no sabes hacer... En ese sentido, siempre hay que aplaudir intenciones como la de los Planetas, aunque me guste más como lo resolvieron Triana o Morente. Por otro lado, en los contenidos, creo que si uno intenta ser universal, así de entrada, la caga. Hay que ser honesto con lo que siente y piensa uno, porque precisamente eso que piensas o sientes es lo universal. Luego, si lo haces bien, todo lo demás sale sólo: el detalle, lo circunstancial, lo autóctono. Si es Raúl el que ha hecho un gol increíble o si el mar en el que lloro es el Mediterráneo.
- Cuesta encontrar parientes de Standstill en la música española. Me vienen a la cabeza Nueva Vulcano y los granadinos Máscara. ¿Se consideran 'rara avis'?
- Ningún grupo sale de la nada y nosotros, por ejemplo, con Nueva Vulcano y muchos otros compartimos amistad, orígenes comunes. Estilísticamente hablando, no sé si tengo suficiente distancia como para poder opinar. En cualquier caso, es un hecho que cuando empezamos a cantar en castellano, yo no tenía ni idea de a dónde agarrarme... Y eso era terrorífico y a la vez muy estimulante.
- El cacareado título de 'Vivalaguerra' se entiende mirando la formación del grupo. ¿Por qué tanto cambio?
- Aprovecho tu pregunta para hablar del documental '10 años y una zanahoria', que es una especie de vídeo-diario íntimo de la banda que estamos apunto de editar. Ah, y donde nuestra madres hablan, ejem, de nosotros. Al ver la peli, queda muy claro el porqué. Si tuviera que resumirlo en una frase, diría que intentar vivir de la música sin hacer concesiones a lo que te pide el cuerpo, y mucho menos hacer concesiones de tipo comercial, en un país como España, tiene un precio muy grande: la precariedad. Como es comprensible, hay a quien eso no le compensa... Y siempre hay algún sado-romántico que sigue ahí, cada vez un poquito mejor, afortunadamente.
|