Texto y fotos: Juan Jesús García

Richard Bona: "La música cura"

El músico Richard Bona es de esos raros ejemplos a los que los Festivales de Granada han visto ir creciendo hasta convertirse en un estrella mundial, tan segura de si misma que puede rechazar ofertas tan suculentas como la de salir de gira con Eric Clapton. Una situación ni siquiera soñada para un hombre que nació en una pequeña aldea rural camerunesa y al que Francia negó los 'papeles' de residencia obligándole a salir por piernas del país. Ahora, en su cuarta visita a nuestros festivales, Bona ha sido el más rápido en vender el aforo completo del teatro Isabel y manifiesta lo que más le interesa en este mundo terminando esta entrevista con un rotundo y 'johnlenniano' "¡peace!".

- Siempre le hemos visto tocar el bajo eléctrico, pero nunca el acústico ¿no lo ha hecho? ¿No le apetece su sonoridad natural?

- Veo la música en color, en muchos colores,... no sólo desde un ángulo. He tocado el contrabajo, claro que sí, lo hice en Francia y alguna vez lo cojo, pero ¿sabe usted lo incómodo que era ir con un contrabajo en el metro? (risas).

- Cuando toca y canta simultáneamente ¿busca una mayor expresividad?

- No, simplemente me expreso a tiempo real. Es algo natural en mí, lo hacía desde pequeño y me sale espontáneamente, ayudándome a dialogar con el instrumento.

- ¿Sigue también llevando de viaje su grabadora-estudio para componer y trabajar en gira?

- Siempre... la música nunca cesa, porque si para... estás muerto. Grabo casi todos los días, es divertido transcribo/convierto todo lo que oigo a mi alrededor en música.

- Teniendo en cuenta las cuatro veces que ha visitado los festivales granadinos ¿le hemos inspirado alguna canción?

- (risas) Seguro, si rebuscara en mis discos duros, encontraría una melodía o dos que escribí en Granada.

- Y en España ¿qué ha descubierto o aprendido?

- Que la tortilla está más rica que en cualquier otro sitio, y fijarme detalladamente en la técnica de la mano derecha de Tomatito que es la mano derecha más 'arma mortal' de todas.

- Al cabo del bastante tiempo y residiendo ya en los Estados Unidos ¿Cuál es su recuerdo musical más antiguo?

- Ten en cuenta que oí música desde que nací, en mi familia todos eran músicos; siempre he estado rodeado de música porque en mi tierra se canta todo el día, por la mañana, por la tarde y por la noche, en las alegrías y en las tristezas. Pero puestos a buscar, uno de los momentos especiales que yo recuerdo en relación con la música es cantando con mi madre y mi abuelo 'a capella' en la iglesia

- Hay compañeros suyos que aseguran que la música en su tierra tiene poderes sanadores ¿se han perdido esas cualidades en Europa y América?

- Pero para decir eso no hay que ser africano, lo dice cualquiera que tenga desarrollada la sensibilidad para poder escuchar de verdad; lo confirman psicólogos y psiquiatras con algunos estudios, y cualquiera que toque música sabe que es algo espiritual, que cura. Tocamos música porque celebramos la vida. Sucede que por desgracia, la industria ha llevado a la música en otra dirección muy distinta, vamos, en dirección contraria.

- ¿Cómo compone un bajista, con el bajo, la guitarra, el piano, cantando...?

- Componer puede venir de cualquier lugar, a veces, simplemente mirar al océano puede inspirarte, o ver a alguien hablar. Yo los capto y luego los transcribo, habitualmente con guitarra y ocasionalmente un teclado, luego ya viene el trabajo de hacer crecer y diferenciar cada línea del tema.

- ¿Qué siente en la Jaco Pastorius Big Band en el 'papel' de Jaco?

- (Risas) Yo no soy Jaco, sólo hay un Jaco, cuando toco allí me siento como el único Bona (risas). Yo le debo al 'Portrait of Tracy', de Jaco Pastorius esta vocación, pero querer ser como él estuvo bien al principio, cuando era joven, ahora ya estoy en cosas diferentes.

- Le querría preguntar por último por algunos instrumentos africanos que sí ocasionalmente ha utilizado en concierto: el balafón o la sanza...

- Son dos instrumentos que tienen que ver mucho conmigo, casi puedo decir que el balafón (especie de marimba africana) ha determinado mi manera de tocar, emulando las posibilidad de hacer líneas diferentes con cada mano. La sanza (calabaza pequeña o caja con lengüetas) es mágica y es cierto que alguna vez la he sacado al escenario. Sigo tocándolos... sobre todo en casa o en el estudio.