Texto y fotos: Juan Jesús García
Nacho Mastretta: "Para ser libre hay que desaprender lo aprendido"
Nacho Mastretta es tan prolífico como polifacético. Hace de todo y todo lleva su sello. Sea canción pop, producciones o música para películas, sintonías para anuncios, banda sonoras para desfiles de moda, conciertos de micropoesía improvisada o la música para un documental de Oliver Stone. No tiene límite, ni por arriba o bajo ni tampoco por los lados. 'Streptease cardiovascular' es el proyecto que le une con la cantante y poetisa AJO (Mil Dolores Pequeños) en esta curiosa 'performance' poética que cuenta con fans confesos tan peculiares como la actual ministra de cultura.
- En una entrevista aseguraba que las obras maestras se hacen a los 45 o 50 años ¿se ve ya más cerca del momento cumbre?
- No, no, que va, yo empecé muy tarde y he tenido una educación muy deficiente. Lo que he hecho toda la vida es música popular y el conservatorio de mi época no servía para eso, así que uno aprendió a base de escuchar y analizar los discos. Ahora se aprende mucho más rápido, pero por contra el tiempo que perdíamos aprendiendo cuestiones técnicas era también oyendo música que te abría las orejas. Ahora pasa un poco lo contrario, hay gente preparadísima pero que ha escuchado poco.
- ¿Cómo ha conseguido semejante libertad de movimiento en un mundillo musical tan fragmentado, estricto y maniqueo?
- Creo que todos la tenemos pero algunos prescinden de ella. Creo que los que gestionan la música tendrían que ir detrás de los creadores y no al revés, que es como ocurre habitualmente, entre otras razones porque hay que pagar el alquiler a final de mes: cedes parte del umbral de tu libertad por algo de dignidad.
- Entre sus referencias más o menos evidentes en su web me encuentro ¡a Bola de nieve! Cuénteme por favor.
- Soy fanático sí, me encanta. Es de ese tipo de músicos que tienen el 'don', que hacen cosas que nadie más pude hacerlas, que tiene esa voz propia.
- Voz propia... En aquella entrevista también hablaba usted del proceso creativo del aprendizaje. Ahora su mano es muy reconocible, pero ¿cuándo se reconoció con esa voz propia?
- Ufff no sé, esta si que es una búsqueda que te lleva media vida. Cuando te quitas un prejuicio de en medio te salen otros más. Mi caso es más de desaprender lo aprendido para poder decir las cosas con libertad.
- Ese toque que parece... adictivo y que quien lo prueba parece que no lo deja. E incluso a algunos (como Josele) les ha cambiado la vida ¿qué les da?
- (risas) La amistad (risas) que tiene efectos completamente imprevistos. Josele y yo coincidimos en muchas cosas desde hace mucho tiempo y al cabo de los años nos hemos conocido y ambos nos hemos atrevido a hacer cosas que nunca antes habíamos hecho, ha sido una relación muy constructiva.
- Entrevistando a su baterista Ricardo recordaba sus años oscuros en la sala El Sol donde usted estaba de técnico de sonido ¿qué conclusiones sacó desde aquellas noches al otro lado de los focos?
- De oscuridad no tuvieron nada, aunque no estuviera debajo de los focos. Estuve haciendo un trabajo fabuloso, en contacto con la música, con muchos músicos distintos y aprendí muchísimo.
- Aquellos años, los ochenta, vuelven y vuelven como las caras de Bélmez ¿por qué hay tanto interés en no dejarlos en paz?
- Creo que cuando se mira hacia atrás es porque no se está muy contento con el presente. Pienso que lo que hay que hacer es trabajar más en serio en el presente ahora mismo. Por otro lado, al menos desde el punto de vista del que vivió aquellos tiempos, no creo que los logros de aquellos años sean para tanto...
- Le ha puesto música a casi todo, desde a un coche a un desfile de moda ¿considera que hay algo a lo que es imposible añadirle una BSO?
- Sí... el silencio, que es una de las carencias más graves que tenemos en la ciudades. Una de las dificultades que tenemos los músicos es que no tenemos el silencio para partir de él.
- Hasta se la puso a Fidel Castro... ¿cómo lo hizo?
- (risas) Fue una casualidad, no son méritos propios sino de la coincidencia y la curiosidad de la gente. Uno de estos curiosos es Oliver Stone, que está todo el tiempo enredando y me localizó para la película. Luego, además, no tuve el más mínimo problema para trabajar con él.
- Y ya por último: viene con Ajo en sus improvisaciones poéticas ¡Cómo han conseguido que hasta la ministra de cultura les piropee!
- Esas son las cosas de Ajo, que siempre está metida en todas las fiestas (risas). Los asuntos cosas de las relaciones públicas las lleva ella (risas).
- ¿En qué consisten exactamente?
- Ella tiene escritas unos micropoemas y unas páginas que le sirven de guía, y según ve la cosa recita, interpreta, comenta... y yo lo que hago es ambientar cada momento con el piano, clarinete y armónica. Es un riesgo porque no va nada montado previamente, tengo libertad total y ha terminado siendo un acto de sinceridad conmigo, con la música y con lo que siento en cada momento. Es una improvisación total que pude llegar a ser muy divertida.
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