Texto y foto: Juan Jesús García
Echo & The Bunnymen: "No somos un grupo nostálgico"
Desde Liverpool y a punto de cumplir los 30 años de existencia, el combo que comandan Ian McCulloch y Will Sergeant (al aparato) llegó al Zaidín como indiscutibles cabezas de cartel junto a Wilko Johnson, dos nombres representativos de las listas británicas en las décadas de los setenta y ochenta... hasta hoy. Sabiéndolo o no, muchos grupos posteriores se han aprovechado de los hallazgos sonoros de un grupo que, siendo compañero de circuito y momento, no quisieron convertirse en monstruos como U2 o Depeche Mode. Echo & the Bunnymen lanzarán su nuevo trabajo, 'The Fountain', el próximo 12 de octubre. La continuación de "Siberia"(2005) ha sido producida por John McLaughlin (el productor, no el guitarrista) y cuenta con la colaboración de Chris Martin, el vocalista de Coldplay, en uno de los temas que componen el disco.
- Lo dicen los modistos, vuelven los ochenta...
- ¡Qué horror!, algunas de las peores cosas que he escuchado y visto fueron de esa década. Hubo buenas cosas en los setenta y también en los noventa: Blur, Nirvana... pero mi gusto es anterior: Bowie, Roxy, Velvet, Cohen...
- En sus primeros discos se notaba más esa impronta que menciona de Cale y Reed, el grupo que marcó el sonido el rock independiente de los últimos veinte años... luego fueron más Doors.
- En una época escuchábamos mucho a la Velvet, era un grupo oscuro e inquietante y trasmitía emociones inéditas en otras bandas. Ian es superfans de los Doors ¿tanto se le nota? Llegamos a trabajar con Manzarek y fue un placer, era un tipo muy simpático.
- ¿Por qué la música de su tiempo años ha envejecido tan mal?
- Porque se hicieron muchas sobreproducciones. La tecnología es buena pero puede terminar siendo una trampa porque muchos de sus posibilidades envejecen rápidamente y quedan desfasadas. Nosotros pretendimos siempre hacer un sonido nuestro y clásicamente atemporal, por eso, en general resisten bien nuestros discos treinta años después... aunque alguno, como 'Crocodiles' también fue víctima de la moda del momento.
- ¿Con qué discos se quedan?
- Mis discos favoritos son 'Heaven Up Here', 'Ocean Rain' y quizás 'Flowers' o 'Porcupine' y las canciones de 'Crocodiles', aunque como ya he dicho no me gusta cómo suena.
- ¿Y el nuevo, 'The Fountain'?
- Sale en una independiente, creo que es lo mejor que hemos hecho desde 'Ocean Rain'... pero bueno, es amor de padre. (risas)
- Muchos de sus coetáneos están ahí, o mejor dicho ahí arriba, otros han vuelto por su trozo de pastel, ¿se sienten parte de esta situación?
- No, no tenemos esa sensación de habernos ido y regresado, somos unos supervivientes que mantenemos nuestro sitio. No somos ningún grupo para nostálgicos.
- ¿En un plano más de culto que estelar?
- Preferimos seguir siendo un grupo medio. El sacrificio para haber sido un supergrupo era demasiado grande para nosotros, nunca hubiésemos podido ser como U2 o Simple Minds, porque no quisimos invertir tanto de nosotros en la banda ¿sabes? Hay muchas cosas en la vida para hacer además de tocar en grupo. Tenemos la posibilidad de seguir haciendo discos, viajar, tocar bastantes veces y vivir de ello con naturalidad y sin perder la cabeza o volverte imbécil; vender millones de discos conlleva unas servidumbres excesivas.
- Sin embargo no son pocos los que tiene cosas que agradecerles...
- Ese es un reconocimiento que siempre está bien, que te pone en tu sitio, reconforta y es de agradecer que, sin ser unas superestrellas, haya quien te haga participe de los buenos momentos que ha pasado contigo. Como nosotros hicimos con otros en su momento, aquellos Joy Division, Television, Talking Heads, Cohen...
- Incluso aquí en España una serie de grupo les dedicaron un disco de homenaje 'Play The Game', ¿lo escucharon?
- Sí, claro a estas cosas me refería, saber que has emocionado a tanta gente te motiva mucho, y sobre todo si son más jóvenes, es más gratificante que, por ejemplo cuando Simple Minds hicieron versiones nuestras.
- Hace 30 años ¿pensaban llegar hasta aquí?
- Que va, pensaba en los grandes nombres del momento, que ya eran longevos incluso entonces, pero no apostaba ni a terminar un mes con el grupo, sobre todo si teníamos que platearnos entrar en una dinámica de vida de inercia, estancada y repetitiva. A fin de cuentas acababa de termina el punk con su explosión de energía, y esa fugacidad estaba en el aire.
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