Texto: Eduardo Tébar
Dj Graham B: "A las chicas les gusta lo latino y si ellas bailan, los tíos van detrás"
Le llaman 'el padrino del jazz-dance'. Nada es igual en Ámsterdam desde que Graham B se instaló en la ciudad a principios de los ochenta. Sus sesiones de dj en diferentes clubes y en radios piratas contribuyeron a la expansión mundial de la cultura 'house'. Hoy sigue en activo, extrayendo insólitas músicas de baile con su paleta de alquimista del vinilo. Los sonidos latinos son su debilidad y en ellos se ha volcado a través de proyectos propios y conjuntos como Coco Electro o Jazz Juice, respaldados por la selecta escudería de Freestyle Records.
- ¿Se considera el padrino del 'jazz-dance'?
- En Holanda, tal vez. Un periodista holandés se refirió a mí a mediados de los noventa como el pionero en el país dentro de esta línea musical, que se hizo popular a través de mis sesiones semanales en el club Jazzbop y por mis 'shows' en una radio pirata. Pero Gilles Peterson o Paul Murphy, y gente como Patrick Forge, Snowboy y Russ Dewbury llevan mucho más tiempo que yo.
- ¿Cómo recuerda los ochenta?
- Los ochenta supusieron el arranque de la escena de dj's, algo que me pilló siendo estudiante. Fue una mezcla de política, filosofía y nuestros recopilatorios en el colectivo Jazz Juice. Lo recuerdo por referencias como Thatcher, el hip hop y las fiestas de música funkie, 'rare groove' y 'warehouse'. Me mudé a Ámsterdam y entré en contacto con el 'acid house', el espíritu renovado del 'verano del amor' y, más adelante, el auge del 'acid jazz' y las primeras fiestas del Jazzbop.
- Hace veinte años crecía la fiebre de fusionar el 'acid house' con el funk y los ritmos latinos. ¿Usted cómo vivió esa tendencia?
- En mis primeras fiestas figuraban nombres relacionados con el 'rare groove'. Artistas como Norman Jay y los Brand New Heavies. Entonces, el 'acid house' y Danny Ramplings Shoom acaparaban los platos de las discotecas. Durante uno o dos años todo fueron pitidos, humo y estroboscopios. Sin embargo, la llegada de Soul II Soul y del nuevo 'beat' belga me hizo romper con la atmósfera 'house'. Así que Ronni Size y yo desempolvamos el jazz de las estanterías y la escena se volvió un poco alternativa. Mientras todo esto ocurría en el ámbito de las fiestas, también pinchaba como residente en un club corriente de Ámsterdam, poniendo un poco de todo y disfrutando de la música desde distintos ángulos y estilos.
- Y ahora, tras el acelerón tecnológico, ¿cree que la música de baile se encuentra en estado de gracia?
- Creo que estamos en muy buena forma. La escena goza de buena salud y es refrescantemente ecléctica. La electrónica ha madurado y es mucho más funkie y accesible con los sonidos de personajes como Dj Switch o los italianos Crookers. Por supuesto, hay una buena y vieja escuela de calidad representada por Freestyle Records, así que tenemos muchas posibilidades.
- ¿Usted se siente músico o dj?
- Soy un dj con buen oído musical.
- ¿Cuál es la diferencia?
- La diferencia está en la técnica y en las herramientas. Yo sólo uso platos y botones. Dejo a los músicos los acordes y el ritmo. No obstante, como dj siempre he tenido una opinión de cómo deberían sonar las cosas y bastante buena mano con los arreglos.
- ¿Qué busca la gente en sus sesiones?
- Debería preguntárselo a ellos. Espero que busquen música de buena calidad que, al mismo tiempo, pegue una patada en el culo.
- ¿Qué tiene la música afrolatina que engancha a tantos dj's?
- A las chicas les gusta lo latino y si ellas bailan, los tíos van detrás. Y con la pista ocupada, el dj es feliz. ¡Esto es un secreto de oficio!
- ¿Cómo se explica que formaciones holandesas como New Cool Collective giren por el mundo dando lecciones de negritud?
- Me alegro mucho por ellos y estoy orgulloso de haber estado implicado en su proyecto en los primeros años. Siempre supe que tenían potencial internacional y el mundo ha necesitado tiempo para captar su sonido. Gracias a la confianza de Adrian Gibson, a sus actuaciones en el Jazz Café y a conocer Tony Allen, se han abierto paso. Siempre ha sido una gran banda de actitud divertida y han trabajado duro.
- Sus últimos experimentos en Coco Electro apuntaban a la samba. ¿Qué le atrae de Brasil?
- De algún modo, siento afinidad hacia los ritmos brasileños y adoro esa perspectiva del jazz desde la publicación de 'Brazillian love affair' de George Dukes. El proyecto Electro Coco hizo que aumentara mi sentimiento hacia ese material y me dejó toneladas de magníficos 'samples' con los que trabajar.
- ¿Su eclecticismo tiene límites?
- Trato de variar el resultado, pero con el reto de mantener una línea que tenga sentido. Me gusta pinchar muchos estilos diferentes, aunque no todos en una misma noche.
- Hay división de opiniones sobre los daños que internet ocasiona a la industrial musical. ¿Cómo lo llevan en Freestyle Records?
- La era digital está cambiándolo todo y seguirá así, especialmente en el campo de las herramientas y las tecnologías con las que trabajamos los dj's. Desgraciadamente, la posibilidad de descargar música por el 20% del coste de un vinilo va a tener serias repercusiones en la viabilidad de la distribución. De hecho, ya las tiene. Freestyle lo entiende y ya está ofreciendo una excelente cobertura en el mercado de las descargas. Por suerte, tenemos unos seguidores solventes, a los que todavía le gusta el vinilo, así que mientras se abarquen todos los vértices, al sello le irá bien durante unos cuantos años.
- ¿Qué prepara en este momento?
- Después de varios años en Electro Coco, ahora estoy ocupado con mi álbum solo y un poco más centrado en mis sesiones de dj otra vez, tras muchos años de semiretirada de la escena.
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