Texto:
Juan Jesús García
Diego Manrique:
"La música ya no es el centro de la cultura disidente"
Nacido en Burgos hace 52 años, Diego A. Manrique es uno de los profesionales que ha definido el papel del periodismo musical en nuestro país. Habitual en decenas de medios impresos, es especialmente conocido por su programa 'El ambigú' en Radio-3, un espacio abierto que obtuvo el premio Ondas el año pasado.
DAM firma en (casi) todos los medios Cuántos DAM hay?
Vamos con intimidades. La A. de Diego A. Manrique es real, corresponde a un segundo nombre muy operístico: Alfredo. Comparto con mi padre el primer nombre y los dos primeros apellidos. Dado que es un señor muy diferente en ideología y estética -fue violinista en sus años mozos pero la Guerra Civil
acabó con aquello- urgía diferenciar mi firma de la suya.
Ya, imagino que ese no es el sentido de la pregunta. Hay casi tantos DAM como medios en los que colaboro regularmente, en el sentido de adecuarse en lenguaje y en el desarrollo del texto a lo que te piden. Resulta inútil intentar mantener un mismo estilo ya que los correctores de los diarios se esfuerzan en que lo que se publique sea lo más seco/plano/seudoinformativo posible. Puedes terminar esquizofrénico si no tienes bien engrasada la máquina de cambiar el chip.
Desde hace muchos años sus artículos se caracterizan por un cierto tono distanciador e irónico (cuando no directamente humorístico) frente a los escritos militantes habituales sobre música a qué se debe esta postura?
Fue algo instintivo y ahora es marca de la casa (puede que haya algo genético, noto ese punto en artículos de mi hijo). A principio de los setenta, cuando empecé a publicar, el rock era más que música, se parecía a una religión. Y desembocó en el rockismo, variedad del fundamentalismo que insiste en que el rock es muy superior a las otras músicas, a las que debe mirar por encima del hombro. En realidad, ocurre lo mismo con otras músicas: el jazz, el flamenco y, ya en grados delirantes, en la llamada música clásica. Creo que toda cabeza medianamente amueblada coincide con lo obvio: que
todas las músicas -sí, incluso las más simplonas- tienen su sentido y su momento. Aquello de que "no hay más que dos tipos de música, la buena y la mala" debe entenderse en términos utilitarios: la que te sirve y la que te deja indiferente o te repele. La función del crítico es explicar los mecanismos, las razones de esa pasión o esa repulsa. Ironizar sobre tal música, sobre sus intérpretes y sus seguidores es una buena medicina para atajar el Síndrome del Pavo Real. También sirve para evitar la tentación de sentar cátedra e imponer -que aburrido!- un criterio tajante. El mundo es muy fluido: un disco no suena igual en un coche que en un dormitorio, se escucha diferente en la ciudad que en el campo...
Prensa diaria frente a prensa especializada; brevemente: pros y contras.
La prensa diaria tiene la adrenalina de la velocidad. Salta la noticia, surge la entrevista y zas! lo escribes y lo ves impreso a la hora del desayuno. Pero en las publicaciones especializadas sabes que te puedes expresar con la mayor libertad, te convences de que te está leyendo gente que comparte tu cultura y, a veces, tu experiencia vital. Es TU gente y puedes plantear dudas íntimas, vivencias pertinentes y sensaciones transferibles. Estás desnudo y no importa, pasad y acomodaros.
Usted está en esto desde que se inventó la cosa del periodismo musical en nuestro país. Cómo ha visto el discurrir de la música en estos años, sobre todo los últimos?
La música popular creativa quizás haya perdido el protagonismo que tuvo en los 60, 70 y 80. Ya no es el centro de una cultura que se creía diferente, disidente. Al sofisticarse los métodos de venderla, se ha transformado exteriormente en otro producto de mercado. Quiero decir, ha dejado de ser un objeto difícil de conseguir, una pasión secreta para iniciados. Y compite cotidianamente con mil ofertas, desde el cine a la informática, pasando por las drogas y la ropa y las copas y los espectáculos deportivos. Ya no es el (principal) elemento diferenciador de una actitud ante la vida.
En los ochenta el pop y rock español era superventas y llenaba estadios o plazas de toros Qué ha pasado para que cada vez interese a menos gente?
Creo que el bajón coincide con la entrada en plan Atila de las televisiones privadas y la entronización -incluso en las TVs públicas- de la idea de que lo más importante es lo más visto, lo que más vende. Los grandes medios entran a ese trapo y la creatividad, la ruptura, la originalidad son castigadas. Se cae así en una espiral de degradación que continúa hasta hoy. Prueba número 1: dos tercios de La Trinca, corrosivos en tiempos de Franco, se enorgullecen de haber puesto banda sonora -"Operación Triunfo"- a la España de Aznar.
Aparte, dentro del rock se fragmentan las tendencias y sus públicos. Estos meteoritos se rigen por unas reglas muy estrictas que, a veces, impiden la universalización de determinados artistas. Por ejemplo: estoy seguro de que si mis amigos de Los Planetas vuelven, que volverán, a componer un tema con potencial de pelotazo, se obligarán a si mismos a torpedearlo con una grabación turbia, una voz casi ininteligible, un video antipático, una
sesión de fotos obscuras; me encantaría que me contradijeran.
Como casi todo el gremio usted procede del rock, pero... hay vida más allá del rock?
El rock, en sus 147 variedades, puede servir para forjarte una armadura, para reforzar una identidad en los años tiernos. Y está bien, es terapéutico, así que no tengo problema con los que lo utilizan como uniforme de temporada. Pero quién haya llegado a esta línea de la entrevista pertenece seguramente a las otras personas: las que usamos la música como vitaminas espirituales, bálsamo de dolencias y mapa de carretera para llevar una vida más plena. Con el tiempo, hasta el más rockista entiende -otra cosa es que lo reconozca- que puede derivar iguales beneficios de otras músicas. Puede que reemplace el rock por algo más "refinado" o, incluso, más elemental (esa temible perversión de los que se refocilan con la peor "lounge music" o el pop casposo de la España franquista). Mi postura? Picar de aquí y de allá, beneficiarse del hecho cierto de que nunca en la historia de la humanidad ha
estado tan disponible tanta música y tan diversa: hoy, casi en cualquier casa de clase media hay un abanico mayor de música del que Mozart llegó a disfrutar en toda su existencia.
R-3 ha sido balón de oxígeno para 25 años de creación musical en este país. Sin embargo cada cierto tiempo la escena tiembla ante rumores de su desaparición Cómo va siendo posible el milagro de su existencia?
Que no se entere nadie pero creo que su longevidad obedece a que es un pequeño secreto dentro de RTVE, donde la gran partida se juega en TVE-1 y Radio 1. Radio 3 recibe la última migaja del presupuesto, no suele generar polémicas y, comparativamente, tiene más prestigio (premios, reputación en círculos musicales, simpatía en sectores influyentes) que otras emisoras de Prado del Rey. Aparte, aunque parezca desvertebrada -somos un puñado de
guerrilleros enfrentados al mundo y entre nosotros- goza de un intangible espíritu de resistencia: los sucesivos intentos de desvirtuar su esencia musical han ido fracasando más o menos estrepitosamente. Cruzo los dedos!
Industria, derechos, Clon-CD, manta, SGAE... últimamente el patio anda un poco revuelto cómo ve el asunto?
Sencillamente, la tecnología ha acabado con el modelo de negocio que tan ricamente funcionaba hasta ahora. Es una paradoja que V. I. Lenin hubiera apreciado: Sony Hardware pone contra las cuerdas a Sony Software. La industria no va a desaparecer pero debe entrar en economía de guerra y en tormenta continua de cerebros.
Viene a Granada hablar de música. A la vista de la ignorancia, el dirigismo y el maniqueísmo que cunde (y que es escandaloso en el Internet musical) es más necesaria que nunca una crítica musical seria y profesional o definitivamente hablamos ya de un pasado tan en blanco y negro como el de la crítica de boxeo?
Ay, eso es un golpe bajo! Y discrepo: el periodismo de boxeo ha generado grandes libros y películas. Aunque los críticos musicales terminemos como los resistentes de "Farenheit 451", el esfuerzo SIEMPRE vale la pena. Además, mi lema es el de aquel título de Van Morrison: "It's too late to stop now". Lo de "Demasiado tarde para ahora parar" puede sonar hasta resignado pero el disco de Morrison salió en 1974. Casi 30 años después, el tipo sigue en activo y haciendo lo que le da la gana. No es un gran modelo
para cualquier carrera?
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